Crónica
La referencia al conflicto marítimo con Chile, el crucifijo con símbolos comunistas que le regaló el presidente Morales o las disculpas ofrecidas por el Pontífice en nombre de la Iglesia por los “crímenes” cometidos contra los pueblos indígenas durante la “conquista de América”, fueron los instantes más significativos de la visita que el Papa Francisco culminó este viernes 10 de julio en Bolivia. Antes pasó por Ecuador y ahora se dirige a Paraguay.
En su primera jornada el miércoles 8 de julio se vivió un momento memorable. En su mensaje en la catedral de La Paz se salió del guión e improvisó las siguientes palabras: “acá estoy pensando en el mar, el diálogo, el diálogo es indispensable”.
La versión oficial del discurso, enviada por la oficina de prensa de la Santa Sede, no contenía referencia al mar (aunque estaba implícita). Dichas palabras se convirtieron de inmediato en noticia y generaron repercusiones en Chile y otros países.
La cara de sorpresa del Pontífice al recibir una cruz formada por la hoz y el martillo (símbolos comunistas) de parte de Evo Morales fue sin duda otro momento controvertido.
El obsequió generó gran revuelo en las redes sociales ya que no se informó debidamente de que se trataba de una réplica de la figura creada en los años 70 por el padre jesuita español Luis Espinal como símbolo de su compromiso con las luchas sociales y su simpatía a las ideas del socialismo.
El Papa Francisco rindió un breve homenaje el miércoles a Espinal en la denominada Curva Autopista, en las cercanías de donde fue asesinado.
A pesar que de que era conocido que el Pontífice no recibe condecoraciones, el presidente también le hizo entrega de dos de ellas: el Cóndor de los Andes y la distinción Luis Espinal. Francisco las donó a la Virgen de Copacabana, patrona de Bolivia, en su último día de visita.
Los discursos de su Santidad conmocionaron a bolivianos y extranjeros, especialmente el que ofreció en la clausura del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares al que asistieron 3.000 delegados de al menos 30 países en Santa Cruz, según fuentes oficiales. Allí arremetió contra un sistema global excluyente y discriminador, ensalzó el rol protagónico de los sectores populares y pidió perdón “por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”.
Francisco no fue el primero en pedir perdón. Juan Pablo II ya se disculpó por ello en el pasado.
Evo Morales cerró su discurso minutos antes dándole las gracias al Pontífice y dijo: “es la primera vez que tengo un Papa: Papa Francisco”.
La visita histórica al recinto penitenciario de Palmasola dejó un sabor agridulce a los privados de libertad que esperaban que el Papa fuera un intermediario de sus pedidos a las autoridades, entre los que destacan el indulto y la amnistía para determinados reclusos.
Las y los internos abrieron las puertas del penal por primera vez a un Papa con el afán de hacerle testigo del corrupto y vulnerador sistema penitenciario existente en el país, donde muchos duermen en el suelo, comen con menos de un dólar diario y la retardación de la justicia se extiende entre el 84% de la población reclusa.
Francisco escuchó detenidamente a los portavoces y en un discurso breve les invitó a seguir orando y a acercarse a Jesús. También les recordó que la convivencia depende de ellos y que deben ayudarse mutuamente. El Pontífice no hizo ninguna alusión a los beneficios penitenciarios que le solicitaron.
También generó descontento su paso fugaz por El Alto y La Paz el miércoles 8 de julio. Debido a que el avión proveniente de Ecuador aterrizó con retraso en Bolivia, las miles de personas apostadas incluso desde la noche anterior en las inmediaciones a los lugares por los que pasó Francisco vieron apenas durante unos segundos a su Santidad, que después del discurso de bienvenida en El Alto no descendió del papamóvil para saludar a los feligreses que llegaron desde todos los puntos cardinales del país.
Sí lo hizo en Santa Cruz, donde la agenda se lo permitió, mostrando esa cara cercana que no en vano le ha dado el calificativo de “el Papa de los pobres”.
A pesar de que Bolivia es un Estado laico –aunque el 75% de la población se define como católica– el gobierno ordenó un gasto de 2,4 millones de bolivianos para la organización de los eventos litúrgicos, aparte de movilizar a 11.000 efectivos de la Policía y 6.000 del Ejército. Según estimaciones del ministerio de Culturas y Turismo, la visita habría generado 122 millones de dólares y movilizado a casi dos millones de personas entre nacionales y extranjeros. (ANF)
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