Ciertamente no vamos a analizar el libro “Leviathán” (1651) del filósofo político inglés Thomas Hobbes, tampoco al monstruo bíblico marino de poder descomunal citado en el Antiguo Testamento (Génesis), sino más bien nos referimos al vigoroso campo de gas situado off shore en Israel.
Israel -el pequeño pero moderno estado judío con sólida economía basada en negocios en tecnología, banca, productos farmacéuticos y otros servicios- tiene ahora un Leviathán que mejorará su economía y su posición de jugador energético del medio Oriente.
Los campos denominados Tamar y Leviathán –de gas natural mayormente, costa afuera- prometen re-dinamizar la de por sí fortalecida economía israelí.
Leviathán (descubierto en diciembre 2010) podría empezar a ser desarrollado a partir de 2017.
Israel importa combustibles; apenas produce un promedio de 490 barril/día de petróleo (dato 2013) insuficiente para su consumo de 268,000 bbl/d (2012).
El campo Tamar (descubierto en enero 2009) según informes técnicos tendría volúmenes de más de 10 billones de pies cúbicos (283,200 millones de metros cúbicos) de gas natural, hoy ya superado por el monstruo Leviathán que -según informes preliminares indican- estaría con reservas de 16,5 Tcf (trillón de pies cúbicos de acuerdo con informe elaborado por la auditora holandesa SGS para el Ministerio de Energía de Israel).
Muchos analistas pronostican que entre ambos campos, especialmente el monstruo marino, Israel tendrá su ansiada independencia energética por las próximas dos décadas y tendrá ingresos fabulosos de más de 120,000 millones de dólares, quedando además un gran volumen para exportar a países como Egipto, que tiene una seria crisis energética.
El propio primer ministro Benjamín Netanyahu fue claro en señalar que no habrá retrasos ni burocracia que frene el desarrollo de Leviathán y que Israel “va a extraer ese gas desde las profundidades del mar”. Hoy el proyecto sufre de retrasos reglamentarios y regulatorios, entre otros por causa de una antigua Ley del petróleo (1852) que, obviamente, no responde a las necesidades de la dinámica empresarial y comercial de este tiempo.
Existen además discusiones internas para ver qué porcentaje del gas natural se destina a consumo interno (que es alto por el acelerado crecimiento de la industria israelí) y qué porcentaje se destina para exportar.
El desarrollo del campo Leviathán va a requerir en sus primeras fases (2017-2019) un mínimo de 6,5 mil millones de dólares en infraestructura.
El campo será rentable y comercialmente sostenible cuando logre contratos tipo “encadenados”, vale decir de largo plazo para, por ejemplo, proveer gas (45 mil millones de metros cúbicos de gas durante 15 años) para generación eléctrica en Jordania, el estado vecino. Otros proyectos en mesa son LNG (gas natural licuificado) para mercados spot y para Egipto (7 millones de metros cúbicos anualmente durante 15 años), este último proyecto por un estimado de 30 mil millones de dólares.
En tanto Israel ponga “en orden” su legislación, la pequeña isla de Chipre -y otros países- podrían suministrar gas a Jordania y a Egipto (vía cargamentos LNG y vía gasoducto submarino). De manera que Chipre, concretamente, y de momento podría ganar a Leviathán la conquista de los mercados sedientos de energía de Jordania y Egipto.
De todas formas Leviathán además de ser considerado “el mayor descubrimiento de este tipo en la última década” para Israel tendrá la capacidad y oportunidad de generar el interés de inversionistas que conocen de la estabilidad del estado de Israel, de sus transparentes reglas de arbitrajes y de su capacidad de transformar el desierto en prósperos prados.
De momento el monstruo Leviathán espera las mejores fórmulas y mecanismos para ser explotado, busca regulación, mercados, inversores y principalmente un esquema que le permita producir tanto gas que habrá para suministro al país y para exportar. ¡Quisiera conocer al Leviathán gasífero israelí!
El autor es consultor del sector privado. Síguelo en Twitter: @bguzqueda
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