Recientemente, se ha indicado que, más allá de nuestras diferencias con Argentina y Chile, se debería establecer una política común con dichos países para controlar el precio del litio. Al respecto, conviene puntualizar que esta idea no pasaría de ser un buen deseo por cuanto en la actualidad el rol del Estado en tales naciones en esta materia es, a lo mucho, marginal. De otro lado, se ha mencionado a Europa como un demandante de litio que, junto con Asia, podría - ante la eventualidad de que los tres países sudamericanos no llegaran a un acuerdo- definir el precio.
Pero, al parecer, se desconoce que en la actualidad el grueso del mercado se encuentra concentrado en Asia y que dentro de unos cuantos años -cuando empiece a operar la giga-planta de baterías de Tesla Motors- se trasladará en gran medida a Estados Unidos (EEUU). Además, quizás sería bueno también advertir en este punto acerca de los peligros que conllevaría un control de precios como el que se propone en cuanto al incentivo que éste pudiera generar para la búsqueda de sustitutos del litio, aspecto sobre el cual comentaré en mayor detalle más adelante.
Adicionalmente, se ha sostenido que la demanda aumentará de manera fundamental en 2020 y que el boom del metal más liviano de la Tierra arrancará recién ese año. Aquí, me temo que debo discrepar una vez más con esos puntos de vista por cuanto considero que el inusitado crecimiento reciente de la demanda, que muy bien se pudiera aproximar a partir de los datos de incremento de producción (42%, entre 2010 y 2014, según el Servicio Geológico de EEUU) de litio, ya refleja una tendencia que se podría ir consolidando a medida que al menos los siguientes proyectos se cristalicen hasta 2020: a) La giga-planta de baterías de iones de litio de Tesla Motors y Panasonic en actual proceso de construcción en EEUU; b) el aumento de la capacidad de producción de baterías de BYD en China; c) la mega-planta que construirá LG en China este año para abastecer de baterías de iones de litio a una mayor cantidad de fabricantes de automóviles eléctricos del mundo; d) un incremento de producción de baterías de Fox Conn, encargado de la manufactura de i-phones para Apple, posiblemente dirigidas al carro eléctrico de Apple; y e) la anunciada expansión de dos plantas de producción de baterías de iones de litio de Boston Power en China.
En este sentido, como he argumentado en anteriores publicaciones, todo parece indicar que el boom del litio ya habría comenzado. Es más, todos estos proyectos podrían contribuir a más que triplicar la producción de baterías, aumentando de manera por demás significativa la demanda de litio hasta 2020. Adicionalmente, conviene tener en cuenta que en una contribución del año 2012 presenté dos escenarios para la quintuplicación de la demanda de litio: uno, optimista, hasta 2016 y otro, pesimista, hasta 2022. Una suma de factores vinculados en lo esencial al comportamiento del mercado del petróleo, el desarrollo tecnológico de las baterías de iones de litio y la resistencia al cambio habrían inclinado las cosas más hacia la segunda posibilidad que hacia la primera, pero de ningún modo al resultado ultra conservador que se refería en ese entonces en el mejor de los casos a sólo una duplicación de la producción y la demanda de litio hasta 2022.
Por último, se debe enfatizar dos puntos centrales de los mercados del litio y nuevos minerales energéticos que atañen a Bolivia. Por una parte, que la demanda real de Tesla Motors, uno de los actuales protagonistas esenciales del mercado, ha empezado a marcar algunas pautas (para los demás demandantes potenciales de litio) respecto de los tipos de materiales que requerirá para fabricar sus baterías, tanto para vehículos eléctricos como para aplicaciones estacionarias residenciales, en los años que vienen, las cuales debieran ser consideradas por Bolivia y, por otra, que deberíamos apurarnos en ingresar con pie firme al mercado de nuevos minerales energéticos no sólo para contrarrestar la aparición de sustitutos del litio, tales como las pilas de combustibles basadas en hidrógeno, sino también para sacar ventaja del magnesio y el sodio (existentes también en enormes cantidades en los salares bolivianos) que, curiosamente, podrían abrir en un futuro no tan lejano caminos de insospechable valor para nuestro país.
El autor es Analista de la Economía del Litio, participó como moderador, panelista y expositor en la Séptima Conferencia de Oferta y Mercados de Litio, organizada por Industrial Minerals y Metal Bulletin del Reino Unido, celebrada del 16 al 18 de junio del año en curso en Shanghai, China.
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