II
En medio de esas características generales, con ciertas limitaciones también llegó a América la Orden de los Jesuitas que se radicó en las regiones del Oriente del Alto Perú y cumplió tareas de notable interés civilizatorio y de carácter jesucristiano que no agradaron a la jerarquía secular dependiente de la Corona de España, lo que derivó en diferencias que se fueron ahondando al parecer por el trato que se daba a los nativos. Esas diferencias chocaron con motivo de los levantamientos de Túpac Amaru y Túpac Katari y terminaron con la expulsión de los jesuitas, quedando los seculares con el dominio de todo el territorio y la población, garantizando así al régimen monárquico español y, además, ampliando y consolidando su dominio material y espiritual.
En esas circunstancias, a fines del Siglo XVII y principios del XVIII se produjeron las revoluciones libertarias de los años 1809 y siguientes. Entonces, la Iglesia designada en América, dominada por los reyes españoles y toda la jerarquía de virreyes, gobernadores, corregidores y autoridades inferiores, se puso enérgicamente contra el proceso de liberación nacional y democrática de los pueblos americanos y en alianza con los ejércitos realistas, facilitó el aplastamiento del proceso revolucionario. En 1809, la campaña en América a favor de Fernando VII y contra Napoleón a cargo del clero dependiente de la Corona -que desde España ordenaba se haga “rogativas públicas”-, dictaba ordenes escritas para hacer circular “por los conventos… y en su caso se canten dos misas solemnes con Santísimo manifiesto, que se aplicarán la una para la felicidad de nuestras armas y la otra para la salud de nuestro soberano D. Fernando VII”, instrucción que incluía la orden de la Colecta tempora belli (limosna para tiempos de guerra) –como dispuso la Circular del Comisario de Indias, Pablo de Moya, de 8 de julio de 1809.
El clero designado por España y no por el Vaticano estaba bajo la influencia de esa clase de decretos, otro de los cuales ordenaba: “requerimos, exhortamos y mandamos a todos nuestros amados hermanos y súbditos de nuestra religión y lo que nos interesa la subordinación a nuestro soberano, al Estado y al Gobierno en que hemos vivido, manifestando al mismo tiempo los males espirituales y temporales que amenazan nuestro suelo en caso de no resistir las armas artificiosas, engaños con que procuran seducir para sepultarnos en un caos de tinieblas”. (Circular de la Real Isla de León. 1, dic. 1810).
En esa forma, el clero designado por la Corona de España fue el autor de los “crímenes” contra los pueblos americanos y no así el papado de Roma que, como se vio, no designaba ni controlaba a las instituciones de la Iglesia en América, y es posible que de haberlo hecho, otros habrían sido los resultados. Es más, no hubiese estado impedido de apoyar los movimientos independentistas y hasta es posible los hubiese respaldado (1). De ahí que el Papa Benedicto pidió el perdón de los pecados de otros y que no cometió la Iglesia Católica de Roma en el tiempo del Coloniaje. Amén.
(1) Ver, Historia económica de Bolivia. DE TÚPAC KATARI A EVO MORALES. 2014. La Paz. Plural.
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