Según activistas
(ANF).- Activistas por el medioambiente señalan que el proyecto de la represa de El Bala, entre La Paz y Beni, generará graves e irreparables perjuicios medioambientales y sociales en una zona de 2.000 kilómetros cuadrados. La obra provocaría una inmensa inundación sobre el parque Madidi y otras zonas, lo que obligaría a comunidades indígenas a ser trasladadas y afectaría a la flora y fauna.
El 6 de julio el Gobierno firmó un contrato con la empresa italiana Geodata para que realice el estudio sobre la represa, a construirse sobre el río Beni, en el denominado Estrecho del Bala, que queda en las cercanías de Rurrenabaque y San Buenaventura. La empresa tiene dos años para realizar el estudio y ver la factibilidad de hacer una sola gran represa u optar por varias “tipo cascada”, algo que aminoraría algo los daños ambientales. Ello impediría el flujo del río Beni, que va de sur a norte.
La activista y docente universitaria Cecilia Requena expresó que si se llegara a concretar este proyecto y se construye la represa inundaría hacia el sur alrededor de 2.000 kilómetros cuadrados, es decir 200.000 hectáreas, en las que viven centenares de comunidades de diferentes pueblos indígenas.
El biólogo y activista Marco Ribera informó a ANF que las áreas protegidas Madidi, el parque nacional más biodiverso del mundo, y la reserva de biósfera y Tierra Comunitaria de Origen Pilón Lajas, recibirán el mayor impacto de la inundación, se estima que hasta en un 60%.
Esta inundación produciría la muerte de miles de animales y plantas que el Madidi preserva.
También el impacto social sería relevante, pues comunidades de familias indígenas tacanas, tsimanes y esse ejas serían afectadas por el proyecto ya que serían expulsadas de sus tierras y obligadas a migrar debido a la inundación que se generará.
Ribera agregó que en los estudios algunas de estas zonas son catalogadas como “mito del vacío amazónico” que son lugares aparentemente vacíos, pero son lugares que estas comunidades utilizan para la caza, la recolección y la pesca.
Requena manifestó que el terreno que quedaría debajo de las aguas es una biomasa que genera metano, que es 26 veces más potente que el dióxido de carbono y que por ello ayuda a contrarrestar el cambio climático.
Esta represa también afectaría al ecoturismo que es la forma de sustentarse de varias comunidades. Ecoalbergues como Chalalán, Mapajo y otros, que son administrados por las comunidades, desaparecerían con la inundación.
Con el estimado de los 4.000 megavatios que produciría esta represa se podría exportar energía a Brasil, cada megavatio podría ser vendido en 400 dólares, dice el gobierno, con lo que en total al año se estima un ingreso de 1.600 millones de dólares.
La empresa Geodata se adjudicó hacer el proyecto por 22 millones de dólares.
“Vamos a hacer un diseño que minimice cualquier tipo de efecto ambiental. Hay una pequeña parte que pasa por un área protegida, son 16 kilómetros agua arriba de San Buenaventura y Rurrenabaque”, afirmó el presidente de ENDE, Eduardo Paz, al periódico Página Siete, al justificar la obra.
A pesar de que el proyecto quiere posicionar a Bolivia como el “centro energético de la región” aún no se sabe si la energía que se produciría en esta represa se pueda exportar.
“Las megarrepresas del Brasil tienen un costo de 25 a 40 dólares el megavatio hora, lo que generaríamos nosotros sería mucha más cara y no sería competitiva”, dijo Requena.
Agregó que mientras las energías renovables como la eólica se inserten en las sociedades la energía producida en las represas, por ejemplo, cada vez bajarán de precio.
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