Incremento de la delincuencia

Víctor Hugo Oña Ovando

Una preocupación constante, tanto para autoridades como para la ciudadanía, es el incremento de la delincuencia en el país, pues nadie desconoce los delitos que se vienen cometiendo en diferentes capitales de departamento, de provincias y poblaciones del territorio boliviano. Lo curioso es que si bien se descubre y publicita los crímenes cometidos, se desconoce el desarrollo de los procesos a los que son sometidos los delincuentes, porque ocurre que muchos de quienes cometieron delitos, fueron sentenciados, encarcelados, pero pasados no más de dos años, recuperan su libertad y nuevamente delinquen, ante la pasividad del juez que los condenó.

El aumento de la delincuencia en el país es una realidad innegable, por el hacinamiento en los recintos penitenciarios que existen en el país. En casi todos los centros de detención el número de reos está tres o cuatro veces por encima de la capacidad real de celdas existentes. Muchos internos e internas no tienen dónde pasar su encierro, y tienen que buscar cobijo en celdas de amistades y gente de buena voluntad o llegar al colmo de levantar una especie de toldos en los pasillos o en cuanto espacio libre existe o encuentra.

De mucha gente que guarda detención en las cárceles del país su encierro tiene carácter preventivo, porque no hay una sentencia ejecutoriada. Se llega al extremo de que una persona que cometió un delito, cuya sanción en el Código Penal es de tres años, se encuentra detenida dos años más. Asimismo se conoce de algunos delincuentes que tienen sanciones de cinco, seis o más años, pero curiosamente recobran su libertad antes de llegar incluso a los dos años de reclusión. Generalmente esos delincuentes son reincidentes, una vez en libertad vuelven a cometer delitos.

Un hecho que preocupa a los ciudadanos y sobre todo a los policías es que muchos jueces se parcializan con los delincuentes, a quienes favorecen con las sanciones que les aplican, que generalmente no son las que corresponden al tipo de delito cometido. Lo más grave de todo esto es que luego de condenarlos, disponen su libertad cuando no corresponde. He ahí la sorpresa que se llevan los policías y las victimas cuando descubren que los delincuentes se encuentran gozando de libertad y cometiendo sus fechorías nuevamente. Esta es una de las causas para el incremento de la delincuencia en el país.

Para la penalización de los delitos se ha elaborado una serie de leyes, las que no se aplican, porque por ejemplo, los feminicidios están a la orden del día, la trata y tráfico de personas continúa con mayor fuerza, así como secuestros, ajuste de cuentas, atracos, asaltos y todo tipo de robos a la propiedad privada están en aumento y los que cometen esos delitos son generalmente delincuentes reincidentes o bandas organizadas dentro de los penales.

Todo esto es de conocimiento de las autoridades, pero nada hacen para poner freno a esos hechos criminales. Es de urgencia la realización de una cumbre para analizar la seguridad ciudadana, en la que necesariamente tienen que estar presente todos los estamentos de la sociedad que tienen interés en poner freno a la delincuencia y sobre todo a que ésta se vaya expandiendo.

Si bien la policía cumple la misión que le confiere la Constitución Política del Estado Plurinacional, las tareas que desarrolla no son óptimas. La Institución del Orden tiene que necesariamente asumir acciones que conducirán a una lucha efectiva contra el crimen y esto es posible si se introduce reformas al pensum de la Academia y las Escuelas de profesionalización policial, con la única finalidad de actualizar los conocimientos que se requiere para ser un buen policía, que realmente se comprometa a cumplir la misión constitucional que le corresponde.

En varias ocasiones fue de conocimiento la libertad otorgada por determinados jueces a conocidos delincuentes, cuando sobre éstos pesaban sanciones de varios años de presidio, pero por el favoritismo de la autoridad judicial se echó por tierra la sanción. Lo paradójico del caso es que después del escándalo al que dio lugar la errónea actuación del juez, se desconoce las sanciones que se aplicó al administrador de justicia, quien curiosamente continúa ejerciendo el cargo sin siquiera sonrojarse, en tanto la delincuencia va en aumento.

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