Gobierno inicia ofensiva
La aviación turca ha bombardeado durante la noche del viernes bases de la guerrilla kurda del PKK en el norte de Irak, al tiempo que ha continuado con los ataques iniciados contra los yihadistas del Estado Islámico en Siria. La operación en Irak ha sido confirmada por la propia organización kurda: “Aproximadamente a las once de la noche, aviones de guerra turcos han comenzado a bombardear nuestras posiciones cerca de la frontera, acompañados de intenso fuego de artillería”, ha dicho Bakhtiar Dogan, portavoz del PKK, a la agencia AFP.
Una campaña que, según las autoridades turcas, va a continuar en los próximos días. “Ya hemos aprobado una tercera ola de ataques aéreos en Siria y una segunda en Irak”, ha declarado por mañana el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu.
El Gobierno turco inicia así una verdadera “guerra contra el terrorismo”, actuando al mismo tiempo contra todas las organizaciones armadas que operan en el país. Se mantienen las redadas contra presuntos militantes del Estado Islámico, del PKK y del grupo ultraizquierdista DHKP-C, y el número de detenidos en todo el país asciende ya a más de 590. Estas operaciones policiales pretenden evitar la escalada de violencia que se venía gestando en los últimos días, con diversos atentados de miembros del PKK contra policías y simpatizantes yihadistas.
Pero el endurecimiento de la posición del ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan amenaza con desencadenar una nueva oleada de protestas callejeras. No en vano, muchos opositores en Turquía acusan al actual presidente turco de ser el principal responsable de esta situación por su política hacia Siria, al haber tolerado a los yihadistas e insurgentes en su territorio. Por ello, el Gobierno percibe toda protesta como una contestación a su autoridad.
Desde el atentado suicida del pasado lunes por un miembro del Estado Islámico contra un grupo de activistas de izquierdas en Suruç, en la frontera turco-siria, la policía turca se ha empleado con contundencia contra todas las iniciativas de protesta contra esta situación. Esa misma noche, un niño de 7 años, que se encontraba visitando a unos parientes junto a su madre, sufrió una hemorragia cerebral tras recibir el impacto de un bote de gas lacrimógeno en la cabeza durante una manifestación.
Además, la presión del ejecutivo ha logrado que el diario “Milliyet” despida al conocido columnista Kadri Gürsel por un comentario crítico con Erdogan realizado en Twitter, que decía: “Es vergonzoso que los líderes extranjeros llamen y consuelen a la persona que es la principal causa del terrorismo del Estado Islámico en Turquía”. Además, Turquía ha bloqueado el viernes el acceso a numerosas webs, muchas de ellas relacionadas con el movimiento nacionalista kurdo en Turquía, y otras simplemente críticas, como la página de información noriraquí Rudaw o una web de información sindical. La medida también ha provocado dificultades en el acceso a Twitter y Facebook.
La criminalización de las protestas, sin embargo, va mucho más allá: la Oficina del Gobernador de Estambul ha prohibido ayer una Marcha por la Paz, convocada para hoy por una plataforma pacifista que agrupa a diputados y representantes de varios partidos políticos y movimientos sociales, citando el “temor a provocaciones” y “los problemas de tráfico”. ABC.es
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