Frustraciones y amenazas

La de Potosí de estos años es una historia repetida de tensiones y frustraciones. El departamento lleva tres semanas de huelga y otro tanto de meses en un conflicto que este fin de semana se agravó con la intervención de factores adicionales de turbulencia. Entre ellos se destacaban la amenaza de los ayllus, las comunidades de indígenas del remoto interior potosino, de cercar la ciudad y forzar a sus dirigentes a suspender las presiones por obras públicas, e iniciativas para expulsar a los dirigentes y mineros llegados hasta La Paz para exigir que el gobierno, por el que la mayoría del departamento votó, cumpla compromisos de vieja data. La amenaza de los ayllus (extraña, pues no se entendería quién financiaría semejante operación masiva) y la de expulsar a potosinos movilizados eran combustible agregado al fuego. El gobierno, de su parte, exigía de los líderes del movimiento una decisión antes de reabrir negociaciones: dar fin a la huelga, lo que equivaldría a una rendición incondicional.

Las obras que reclama el departamento dieron lugar a un movimiento similar en 2010. Llegó a su fin tras un acuerdo entre cuyos firmantes del lado del gobierno estaban algunos de los protagonistas de hoy. Como se plantea lo mismo que no llegó a cumplirse, ahora reclaman que el presidente, en garantía de que el incumplimiento no se repetirá, también firme los eventuales acuerdos y comprometa su palabra ante la nación. El argumento del gobierno, y del presidente, para no ceder a la exigencia potosina, es que el Primer Magistrado no debe involucrarse en disputas cívicas localizadas. El ex dirigente sindical Pedro Montes, ahora legislador del partido de gobierno, recordó este viernes (ANF) que él mismo suscribió con el presidente acuerdos que hace un quinquenio permitieron resolver un conflicto que amenazaba desbordarse. El argumento oficial carecía de toda fuerza y era insuficiente para apaciguar el movimiento, de similitud notable con los que encabezó el presidente años atrás que le dieron notoriedad y apuntalaron la construcción de su propia vía para alcanzar la Primera Magistratura.

Cualquier encuesta objetiva podría señalar de qué lado está la mayoría de los potosinos. Lo que se ha visto durante estas semanas no deja dudas sobre el apoyo mayoritario que tiene el movimiento. Ignorarlo es como querer cubrir el sol con un cedazo.

Un telón de fondo del conflicto es la sensación de olvido que prevalece en el departamento que mantuvo a España durante tres siglos y durante uno y medio más a la nación en cuyo forjamiento fue esencial. Que las autoridades de gobierno acusen al movimiento de responder a motivos políticos o a conspiraciones es factor de irritación adicional.

Un telón mayor es el que muestra que ha cambiado el escenario financiero bajo el que ocurrió el conflicto de hace cinco años, del que surgieron compromisos que la región demanda que se cumplan. El descenso de los precios del petróleo también se siente en las cuentas del país, sólo que las autoridades prefieren no hablar con claridad suficiente sobre la cuestión.

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