Recuerdos del presente
Comenzar una carrera política amenazando a las empresas petroleras, prometiendo nacionalizarlas, para terminar dándoles la razón en todo, además de las ventajas que ellas quieran, es algo que no se había dado con tanta vergüenza, como ahora.
El experto Álvaro Ríos me anunció que en el libro que escribe sobre el tema petrolero usará en sus primeras páginas mi alusión a que “las oficinas de las petroleras están alfombradas con pieles de tigres, de todos los tigres que alguna vez las desafiaron”.
Debo admitir que me sorprende a veces, como ahora, los extremos a los que llegan algunos líderes cuando han decidido convertirse en alfombras después de haber pretendido ser tigres, o por lo menos jucumaris.
El presidente Evo Morales está exagerando un poco al protagonizar esta metamorfosis y decir, en una escalada que todavía no ha terminado, que
• las consultas previas de los pueblos originarios para que entren las petroleras en sus territorios “son una pérdida de tiempo”, que
• los indígenas “han dejado de ser la reserva moral de los bolivianos”, que
• exploraremos con toda fuerza las “áreas protegidas”, que
• aprobaremos leyes para crear más incentivos para que las petroleras se decidan a explorar en territorio boliviano, y otras linduras.
Él no quisiera dejar el rol de Papa Noel, como entiende su rol de presidente, que reparte regalos, compra cosas caras, comenzando por barcazas chinas que nunca llegan, o satélites que no sirven, y cree que eso es gobernar.
Tendría que haber alguien que le explique que, en este momento, las petroleras están del otro lado del mostrador, y que sólo van a invertir donde les aseguren buenos precios, no solamente incentivos, como “costos recuperables” y bonos especiales. En Bolivia, los precios están ahora muy bajos, y deberá subirlos para satisfacer a las empresas.
Ese alguien tendría que decirle que, en este momento, las petroleras tienen en Bolivia mejores condiciones que cuando estaba de presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. O decirle que sus anuncios de que los parques naturales o las áreas protegidas están para ser violadas, no han sido dichos ni siquiera por los más recalcitrantes neoliberales del mundo. Ni los Bush lo han dicho en Estados Unidos.
Ese consejero debiera decirle que para acabar con la pobreza no hacen falta petroleras, como está demostrado en Venezuela, sino condiciones para que la gente trabaje. Y que la coca no es una opción digna, habría que aclararle.
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