Una noticia publicada en EL DIARIO del 15 de febrero de 1980 dice: “una poderosa carga explosiva colocada y accionada por un grupo de elementos enmascarados, provocó anoche daños de consideración en las instalaciones de Radio Altiplano, ubicada en la avenida Camacho, entre las calles Bueno y Loayza. El atentado se produjo en momentos en los que esa radioemisora se encontraba transmitiendo el partido de fútbol entre Oriente y Strongest, desde el Estadio Olímpico La Paz, encontrándose solamente en ese momento en el estudio central el operador de turno.
El hecho se registró al promediar las 21.15 después que otros dos empleados abandonaron la emisora, luego de haber realizado la grabación de un programa. A la hora indicada, cinco o seis individuos con caretas de pepino se hicieron presentes e inmediatamente que el operador Nicolás Quiñones abrió la puerta, fue agredido, amordazado, y trasladado a la caseta de locutores”.
Fue un preludio del golpe de estado de 1980, ni duda cabe. Quien escribe estas líneas, al ser uno de los “...otros dos empleados abandonaron la emisora…”, sólo quiere recordar algo grato, al margen del condenable suceso, sobre los “tiempos de oro” de la radiodifusión boliviana, además de los componentes del diario vivir. En ese entonces, “Altiplano”, cuyo distintivo era un “llockallito” (muchacho) vivaz que posaba en la punta de la torre de una antena transmisora, bajo la leyenda “desde la cumbre más alta del mundo, hasta el punto preciso de su dial”, emitía su señal las 24 horas, siendo la única con ese ritmo de trabajo.
Había sido creada el año 1944, en los 820 Khz, con el nombre inicial de Radio Abaroa por la iniciativa de los hermanos Napoleón y Samuel Calvimontes. En 1954 pasó a ser propiedad de don Mario Carrasco Villalobos, quien procedió a adquirir potentes y poderosos equipos transmisores que vinieron a revolucionar la radiodifusión boliviana, llegando así a constituirse en un referente a nivel internacional nuestro país en este campo, puesto que por “Altiplano” pasó, se puede afirmar, una pléyade de los mejores profesionales del momento, hombres y mujeres, de esta especialidad.
El día del atentado, los vecinos del primer piso (bajo la emisora) que era el popular, y siempre concurrido, “Círculo Peruano”, quedaron asustados, y felices a la vez por no haber sufrido un daño físico mayúsculo, mientras que el local también quedó con varios daños. Dicho centro, al cual acudían muchos colegas de distintos medios de comunicación, no siendo la excepción algunos de la emisora, prestaba atención a la sociedad paceña con éxito comercial. Se trataba de un negocio de prestigio, ubicado en el propio centro capitalino, lo cual lo hacía muy accesible. Pese a semejante explosión, felizmente no ocurrieron muertes.
Evocamos asimismo que en la entrada del edificio estaba el pequeño quiosco donde se expendía, por tales años, uno de los más afamados y exquisitos sándwiches de chola de la ciudad, que era muy requerido por los viandantes, así como por funcionarios de oficinas públicas o privadas.
Recordamos a muchos de los integrantes de esta casa radial: Guido Franco Vizcarra, ya fallecido; las expertas de la locución femenina exquisita, Elsa Antequera, y Grima Espinoza, entre otras, y cuyos nombres se nos escapan. En el equipo de prensa Fausto Caballero, el popular Gonzalo Alroc Aliaga, Javier, “el flaco”, España; Juan Paravicini, y el autor del artículo. En el campo deportivo, Juan Antonio, “Calicho”, Morales con “La Voz del Deporte”, programa en el que se daba paso a todas las disciplinas musculares, no sólo al fútbol como hoy generalmente sucede. Edgar “Chino” Uría, Guillermo Espinoza, Nicolás Quiñones, entre otros profesionales en controles técnicos; en la planta transmisora, Isaac Gutiérrez. Desempeñaba las funciones de Director, don Enrique Crespo Frías.
En 1981 vuelve a cambiar de dueño, y Eduardo Ibáñez decide instalarla en el barrio paceño de Sopocachi, dejando así la ya destartalada e incómoda oficina ubicada en esa avenida de tantos y variados hechos y sucesos de la historia patria. Nuevamente va a dar a otras manos, muchos años más tarde, contando en la actualidad ya con 71 años, pero eso ya es parte de otro cuento.
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