El fenómeno del Rock and Roll

Nueva York, 1955.- Al momento de hacer el balance de los acontecimientos de este año, sin duda uno de los más memorables es la espectacular irrupción del “Rock and Roll”.

Se trata de un ritmo musical como nunca antes se oyó, bailado y cantado por jóvenes que parecen una mezcla extraña de atletas olímpicos con inte-grantes de alguna tribu salvaje. “Salvaje es la palabra”, comentaba un especialista en temas musicales. ¿Qué es y cómo surgió este movimiento musical? “La mú-sica tiene elementos propios de la músi-ca negra, del jazz y del ‘swing’; pero el sonido es más fuerte, el ritmo más marcado y los músicos hacen alarde de informalidad con sus extraños atuendos y actitudes”.

Los modelos de los jóvenes actuales son personajes como los representados por Marlon Brando en “El salvaje”, o (so-bre todo) James Dean en todas sus películas; un film reciente (“Semilla de maldad”, en la que el veterano Glenn Ford compartía el estrellato con debutantes como Sidney Poitier y Vic Morrow) parece mostrar el modelo social de donde surge esta música: jóvenes sin trabajo, estudiantes desaventajados, integrantes de minorías que no logran insertarse en la sociedad, son los que manifiestan su rebeldía a través del “Rock”.

Nombres como los de Bill Halley (nú-mero uno en venta de discos con “Rock al compás del reloj”) o Chuck Berry se han hecho célebres, mientras los produc-tores de las grandes empresas discográ-ficas buscan con desesperación a los empresarios de pequeñas compañías marginales que tienen los contratos de estos “nuevos ricos” del negocio: un des-conocido productor, San Phillips, acaba de cobrar a la poderosa RCA la astronó-mica suma de U$S 35.000 por el contrato de Elvis Presley, un joven de 22 años que se perfila como uno de los principa-les sacerdotes de esta nueva fe juvenil.

Mientras tanto, entre los adultos conti-núa la polémica. “El sonido no solo es estrepitoso; suena con fuerza, remueve el espíritu, y tiene reminiscencias con terremotos y otros cataclismos”, comen-taba un disc-jockey. “Es el demonio mis-mo que se ha apoderado de nuestra ju-ventud”, comentaba un predicador radial, mientras prevenía a los padres para que apartaran a sus hijos de esa “música pecaminosa”.

“La generación que nació durante la guerra es la que impulsa el rock. Es una muestra de rebeldía de jóvenes que vi-ven en un país que se jacta de ser el más rico del planeta, pero que no deja lugar para ellos: todos los puestos de trabajo están ocupados por adultos, solo les deja la perspectiva de una educación escolar sin horizontes”, opinaba un sociólogo. “El Rock and Roll es una vía de escape a la violencia contenida en nuestra juventud. Así se entiende que algunos la vean co-mo música pecaminosa: en realidad es solamente transgresora. Otros minimi-zan el fenómeno: “Es como el mambo o la conga; antes de tres años, nadie se acordará de su existencia”, comentaban aquí. Sin embargo, la mayoría considera que el rock ha venido para quedarse: “Es tan norteamericano como la hamburgue-sa, y una marca de identidad para los jóvenes: cuando cambien ellos cambiará el rock, pero nunca desaparecerá”, afir-maba uno de sus entusiastas seguido-res. De “El Chasqui”.