Engañaos los unos a los otros

Como la mayoría de los bolivianos comunes, yo entre ellos, di un suspiro de alivio al saber que por fin los representantes del Comité Cívico de Potosí y algunos ministros del presidente vitalicio Evo Morales comenzaron a dialogar para dar solución al conflicto que puso en vilo a gran parte de nuestro país.

Esta noticia me fue dada a conocer por mi corresponsal en el Palacio de Gobierno, la cholita cochabambina que mis lectores ya conocen a través de esta columna periodística que se publica martes, jueves y domingos en EL DIARIO, en “El Deber” de Santa Cruz, “Los Tiempos” de Cochabamba y “El Correo del Sur” de Sucre.

Cuando me aprestaba a dar mis parabienes a la cochalita y de paso darle un abrazo que podría convertirse en “apechugada”, ella me frenó en seco para decirme: “no me abrace, compadrituy, porque ese esperado diálogo no es otra cosa que una charla entre “mañudos”, para ver quién engaña más que el otro…”.

Aquella observación me sorprendió en un principio para luego convenir con ella que nuestros políticos (nacionales, departamentales y provinciales) pocas veces dicen la verdad, puesto que Bolivia desde su creación no es otra cosa que un intercambio de mentiras o falsedades aprendidas del famoso doctor Casimiro Olañeta, a quien uno de nuestros historiadores llamó “sublime hipócrita”, porque al final nació la nueva República de Bolívar.

Cuando expuse ante mi comadre Macacha este proceder hipócrita de quienes fundaron nuestro país y que está publicado en la Historia que escribió el investigador Charles Arnade, quien vivió en Bolivia hace muchos años, la cholita cochabambina nacida en Quillacollo quedó boquiabierta, pues ella pensó con igual clarividencia que la mayoría de los diálogos que sostienen nuestros políticos para lograr acuerdos están basados en el engaño mutuo y de allí sale un ganador: el que miente más, o quien sabe prometer mejor.

La inteligente Macacha que no conoció ni leyó a Charles Arnade se sintió respaldada y me refirió que entre los dichos más inolvidables de su difunto marido (Que en paz descanse) y que fue un cholo notable, solía decirle: “prometer hasta meter, y después de metido nada de lo prometido…”, sabiduría máxima popular a la que siguen fielmente todos nuestros negociadores políticos.

Por todo lo dicho, ni mi comadre Macacha ni yo, su anciano profesor de periodismo y también profesor de música, baile y canto, sonreímos, al saber que en algún lugar de nuestro país están sentados para dialogar moros y cristianos, que no son otra cosa que descendientes espirituales del famoso Olañeta, maestro de la hipocresía, de cuyas manos nació la primera República y dos siglos después el Estado Plurinacional y Folclórico, donde hacen y deshacen centenares o miles de hipócritas y “mañudos”.