Chile se había preparado para invadir nuestro territorio costero en 1879, para apropiarse de inmensos bolsones de recursos naturales de la región, que le sirvieron para generar su prosperidad.
“El descubrimiento de las guaneras despertó la codicia de Chile. Apenas supo de este acontecimiento, declaró propiedad del Estado las guaneras existentes en el litoral del desierto de Atacama y en las islas e islotes adyacentes -31 de octubre de 1832- . Al año siguiente y en el mismo día, erigió en provincia el departamento de Copiapó, con el nombre de Atacama, para alegar después con esta denominación exótica sus derechos sobre el desierto”, escribe José María Camacho, en su “Historia de Bolivia”, 1952, pág. 234.
Bolivia no había tomado previsiones para resguardar sus fronteras ante el expansionismo de origen anglo – chileno, tan avasallador y devastador, sino que estuvo inmersa en un proceso político caótico y de extrema pobreza.
“Vean ustedes qué presidente soy. ¡Ni sábanas tengo!”, exclamó, al incorporarse bruscamente del lecho en que descansaba, Mariano Melgarejo, conforme relata Víctor Santa Cruz, en su libro intitulado “Narraciones Históricas”, editado el año 1956, pág. 279.
Estas palabras reflejaban la deplorable situación económica del país durante el Siglo XIX, en cuya centuria Bolivia perdió su soberanía sobre el Pacífico. Una profunda crisis económica golpeaba al país. En consecuencia el Estado no disponía de recursos suficientes para cubrir los haberes de las tropas militares y menos de la administración pública, en tiempos del “Capitán del Siglo”, según anota aquel autor.
Melgarejo, pese a esta realidad, “en seguida, y como su llegada (a la ciudad de La Paz) coincidió con las vísperas de la celebración de las fiestas de carnaval, hizo celebrar éstas con exagerado derroche de dinero proveniente de las arcas fiscales, habiendo otorgado subrepticiamente subvenciones y cierta ayuda económica a diferentes instituciones y personas encargadas de estimular la borrachera colectiva de aquellos días”, acota Víctor Santa Cruz, en su referida obra, pág. 276.
Por lo visto, gobernantes irresponsables, con desatinadas medidas que asumieron, en momentos de lucidez o embriaguez, contribuyeron a destruir no sólo la economía nacional sino la heredad Patria que nos legaron nuestros mayores. Lo hicieron, en muchos casos, para satisfacer apetitos personales de la “querida” o del amigo favorito. Ahí están personajes como la “juanacha” o los “hermanos chilenos” que prosperaron con favores de presidentes beodos.
En suma: Bolivia está conminada a formar una juventud con mentalidad que refleje los tiempos actuales. Es decir acorde con las conquistas de la ciencia y la tecnología, con apego a la Patria y sin apego a lo material. Entonces ella estará en condiciones de aceptar los retos y desafíos en la búsqueda de soluciones al centenario enclaustramiento. Y hablará de igual a igual con el victimario.
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