La guerra contra el narcotráfico ha ingresado al parecer en una etapa de grandes maniobras, según revelan numerosas informaciones. Es más, los datos específicos dan la apariencia de que los cárteles de la droga han desatado una gran ofensiva y que están ganando batalla tras batalla, dejando derrotados a los Estados que se comprometieron a poner fin a esa plaga contra la humanidad.
En efecto, en un solo día se registró tan notable cantidad de datos acerca de las actividades de las organizaciones de narcotraficantes, que bien vale la pena conocer los increíbles triunfos que han estado obteniendo en un campo de batalla de magnitud continental. Es más, se podría decir que la impresión de la opinión pública es que los gobiernos comprometidos en poner fin a las acciones de las organizaciones de la producción y tráfico de la droga se encuentran en una etapa de retirada desorganizada, sufriendo, al mismo tiempo, derrotas considerables que permiten pronosticar que, lamentablemente, la guerra está perdida para ellos.
Efectivamente, el rosario de informaciones es poco menos que alarmante. Primero, se supo de la misteriosa fuga del jefe máximo del más poderoso sindicato del tráfico de cocaína, el famoso “Chapo” Guzmán, de la cárcel más segura y vigilada de México, noticia que hizo tambalear al Gobierno de esa nación. Segundo, autoridades de Bolivia y Perú indicaron que en seis meses de lo que va del año, apresaron 24 avionetas cargadas del estupefaciente destinado a Brasil (y de allí a Europa), mientras la cantidad de naves de aviación detenidas durante todo el año pasado, sólo fueron 26.
Pero eso no es todo. El tráfico de cocaína en Bolivia es tan intenso que hasta los indígenas del altiplano -considerados como la reserva moral del pueblo boliviano- se han dedicado a producir los derivados estupefacientes de la hoja de coca, inclusive en pueblo enteros y en comunidades a las que no pueden ingresar los policías y que, en su caso, son expulsados a bala y piedra. Es más, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico acaba de comunicar que ha descubierto que comunarios transportan hacia Chile notables cargas de cocaína ocultas debajo de vellones de lana de camélidos como alpacas y llamas, que se cría en grandes cantidades en bofedales de regiones fronterizas con Chile, Perú y Argentina.
Simultáneamente también las autoridades responsables de combatir la droga informaron que en algo más del medio año que transcurre se decomisó nada menos que 14 toneladas de cocaína, lo que podría significar que hasta fin de 2015, el total de droga a decomisarse podría duplicarse hasta llegar a las 30 toneladas, sin considerar que cada tonelada equivale a diez mil kilos y sin hacer referencia a que en los mercados de consumo se paga entre 20 y 50 mil dólares por kilo.
Mientras los medios oficiales hacen conocer esas noticias, mecanismos del Gobierno informaron que continúa la erradicación de cocales, aunque no en los sectores de producción tradicional como los yungas de La Paz y Cochabamba y Chapare, informaciones optimistas que en vez de alarmar a los productores de la droga derivada de la hoja de coca, los alienta, porque éstos saben que no se está tocando las causas del problema y sólo existe interés en combatir los últimos efectos, ya que no se afecta el principal factor de la economía, que es la producción de materia prima, aspecto que origina el consumo.
De otro lado, tanta es la preocupación originada por la ofensiva triunfante del narcotráfico no sólo a nivel local sino también mundial, que llegó a las altas esferas de los gobiernos de Bolivia y Colombia, que decidieron firmar acuerdos y poner en práctica medidas heroicas para revertir la situación y pasar a la contraofensiva, hasta aniquilar al enemigo común. Inclusive el Gobierno boliviano tomó medidas para que el mexicano “Chapo” Guzmán no se refugie y pida asilo en nuestro territorio y, a la par, se ajustan los tornillos para frenar el tráfico de estupefacientes de Bolivia a Brasil y apresar a los “peces gordos” de este próspero negocio que está envenenando y dando muerte a la juventud en el mundo.
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