El Museo de Metales Preciosos Precolombinos, ubicado en la calle Jaén, es uno de los espacios que genera mayor expectativa y asombro entre sus visitantes, cuenta con un sistema de seguridad extraordinario que protege más de 2.000 piezas, entre ellas el tesoro de San Sebastián que es una colección cuya historia envuelve el crimen, rescate y patriotismo.
Estas piezas, halladas en 1916 por el geólogo cochabambino Federico Armestegui, fueron desenterradas en la Coronilla y es el ajuar funerario más completo y exquisito de la cultura tiwanakota.
Las piezas fueron objeto de robo e incluso un ciudadano francés intentó llevarlas a otro país, pero se las recuperó. Este tesoro es la columna vertebral de las salas de exposiciones.