Bolivia está tras la recuperación del bien perdido en 1879. Es que la pérdida de su cualidad marítima es un tema real y actual porque atañe a los supremos intereses nacionales. En consecuencia su objetivo histórico es irrenunciable.
Desgraciadamente ese hecho ha ahuyentado el acercamiento diplomático boliviano-chileno. Y mientras persista el conflicto marítimo no habrá la posibilidad de restablecer la paz continental.
Bolivia, con el propósito de recuperar su soberanía en el Pacífico, que le fuera arrebatada mediante una salvaje invasión del imperialismo anglo – chileno, no ha escatimado esfuerzo para recurrir con una demanda ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya. Lo hizo con el afán de recobrar su salida útil y soberana al mar, con la intercesión de un entendimiento civilizado que incluya no sólo a Chile sino al Perú. Es que el diferendo marítimo boliviano involucra, de una u otra manera, a Bolivia, Chile y Perú.
Chile con la imposición del Tratado de 1904 se apropió, “a perpetuidad”, de nuestro territorio costero, cuyos recursos naturales generaron su prosperidad y desarrollaron su capacidad bélica persuasiva.
Por ello, “al consultarse (a los encuestados) sobre si la salida al mar de Bolivia constituiría un peligro para Chile, el 46% respondió afirmativamente” (Francisco Rojas Aravena, editor: “Gasto Militar en América Latina”, 1994, pág. 2449).
He ahí una señal de suspicacia que se ratifica hoy como ayer en Chile. Es que el vecino está consciente de que el invasor se hizo más rico, y el invadido más pobre, gracias al guano, al salitre y cobre explotados, “a manos llenas”, por el expansionismo anglo – chileno. Y ahora él nos mira con desdén. Y al afirmar que el Tratado de 1904 se mantiene firme, sugiere, pues, que nuestro encierro geográfico es irrevisable.
Y el Protocolo del Tratado de 1929, suscrito entre Chile y Perú, que dispone la consulta bilateral, en caso de cederse parte o todo el territorio materia del pacto, a un tercero, que entonces y ahora es Bolivia, significó nuestro enclaustramiento casi definitivo. Por lo visto, la posible restitución de la soberanía en el Pacífico dependerá de la voluntad política que asuman tanto Chile como el Perú.
El Tratado de 1904, firmado bajo presión, y el de 1929, entre gallos y medianoche, representan la más inicua actitud enclaustradora, que ha sembrado gestos de enemistad y desconfianza, en esta región sudamericana.
En este marco la posibilidad de construir un futuro histórico con paz, amistad e integración, en esta parte de Latinoamérica, deberá surgir del seno de Chile y del Perú, dando la solución respectiva al más que centenario diferendo marítimo. Entonces hablaremos de un verdadero proyecto trinacional, es decir Bolivia, Chile y Perú, que posibilite la reconciliación, por el bien común.
En suma: la solución al centenario enclaustramiento boliviano deberá surgir de la voluntad política de Chile y Perú.
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