Yuri Mirko Ríos Madariaga
Indebidamente denominado “lagarto”, pues carece de parentesco con este grupo taxonómico de reptiles, debe llamársele yacaré (orden Crocodylia), tal como el pueblo guaraní lo bautizó y en torno a él entretejió relatos que perduran en el tiempo.
Negruzco, temido por su apariencia y la exagerada fiereza que le atribuyó la imaginación, simplemente se alimenta de moluscos, crustáceos y peces, y raramente de pequeños mamíferos. No ataca al humano, salvo en caso de defensa propia o hambre extrema. Es una especie endémica de Sudamérica y ello la hace biológicamente valiosa.
Desde el inicio de la presente década, el comercio de cuero y consumo de carne de yacaré como principal ingrediente de platos exóticos fueron acrecentándose alarmantemente. Ambientes no “tradicionales” como las ciudades occidentales, ahora han añadido a su menú de comidas uno nuevo: el de “lagarto”.
Esta polémica cuestión se inició oficialmente en 1999, cuando el Gobierno de Banzer puso en vigencia el Programa Lagarto, luego de la veda general que el Gobierno de Paz Zamora declaró en 1990 como consecuencia del exterminio indiscriminado de animales silvestres en años anteriores.
Desde 2005 el manejo del yacaré se realiza en el marco del Programa Nacional de Biocomercio Sostenible (PNBS) y del Programa Nacional de Conservación y Aprovechamiento Sostenible del Lagarto, resultado de un esfuerzo público y privado. El mismo año se delegó la ejecución técnica del PNBS a un organismo no gubernamental con la finalidad de acabar con la explotación irracional que se hacía de esta especie.
Recientemente el Ministerio de Medio Ambiente y Agua de acuerdo con el Plan de Manejo del Lagarto 2005, emitió la resolución 17/2015 que autoriza a los pobladores del municipio de Loreto (Beni), la “cosecha” y movilización de cuero y carne de yacaré para su aprovechamiento sostenible (comercialización).
Empero, nuevamente surgen contradicciones evidentes entre lo que se dice y lo que se hace.
La Ley Nº071 de Derechos de la Madre Tierra promulgada el 21 de diciembre de 2010, en el Capítulo I Artículo 2 (Principios) dice: “No mercantilización. Por el que no pueden ser mercantilizados los sistemas de vida, ni los procesos que sustentan, ni formar parte del patrimonio privado de nadie”. Y el Capítulo IV Artículo 8 (Obligaciones del Estado Plurinacional) dice y reitera: “Desarrollar políticas para defender a la Madre Tierra en el ámbito plurinacional e internacional de la sobreexplotación de sus componentes, de la mercantilización de los sistemas de vida o los procesos que los sustentan y de las causas estructurales del Cambio Climático Global y sus efectos”.
El papel aguanta todo y los hechos demuestran lo contrario. En otras palabras, en nombre del voraz comercio de nuevo habrá una matanza piadosa o como prefieren llamarlo, “racional y controlada”, de 50.000 ejemplares para cubrir el cupo anual a nivel nacional, no obstante, se asegura que “sólo” se sacrificará a 36.287 reptiles ¿Y qué de las hembras exterminadas por la caza furtiva? ¿Y qué de los huevos y crías que caen en manos del tráfico ilegal?
No creo que el pueblo guaraní quiera al yacaré extinto y su postrero recuerdo convertido en billeteras o cinturones esparcidos en los confines del mundo consumista.
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