Hace poco el régimen se “indignó” por la derrota electoral en las subnacionales, el más molesto fue Evo Morales por la derrota electoral en varias regiones, y, particularmente en La Paz y El Alto. Se “culpó” a los “movimientos sociales”, que en su 1° fase tomaban “decisiones” en asamblea, pero ahora, “han mutado” en “organizaciones sociales” (OS), donde los dirigentes –autoritarios- son los que deciden. De ello se colige que fueron estos “dirigentes” (clientelares) que “forzaron” a Evo Morales a “decidir” por la candidatura de Edgar Patana y Felipa Huanca.
A más de nueve años, el MAS mantiene su crisis categorial (paradigma) que forza a reconocer a las OS como “sujeto” revolucionario. Atávicamente (léase, inclinación a imitar formas de vida y costumbres arcaicas), que se contradice con la historia de lo “comunitario popular auto determinado”, que se caracteriza por su relación horizontal, rotación (de autoridades) democrática y respeto entre todos. Por ello, el MAS pretende “grotescamente” emular a este sujeto, dotándole de un matiz “indígena”, aunque al final terminan como “grupúsculos” sociales híbridos, cuyo principal papel es el de (fingir) la “revolución”, aparentando el papel de la lucha de clases, motor de la revolución.
La lucha de clases en Karl Marx y Friedrich Engels es un concepto que explica la existencia de conflictos sociales como resultado de un antagonismo inherente a toda sociedad políticamente organizada, entre los intereses de diferentes sectores o clases sociales. El primero postula la existencia de un conflicto en toda sociedad políticamente organizada, pero la misma fue “reformada” por Nicolás Maquiavelo, cuando aduce que el conflicto se origina en los “tipos de vida” (o burguesía emergente, objetivo del MAS). El segundo o lucha de clases es producto de un Estado políticamente organizado: el del pueblo (donde perviven: privilegiados, medios y vilipendiados). Queda, entonces, demostrado que en el caso de Comcipo, la abulia política campesina (OS) en contra de los intereses de su “propia” región, no fue casual.
El MAS induce a las OS a actuar como indígenas y, en otras, como clase con el objetivo de “sonsacarlos”, de hecho no advierten que algunos, pequeño burgueses desclasados -otrora al servicio del neoliberalismo- lideran al Poder. Con ello, lo intercultural no es más que un artificio “ideológico” que encubre un fallo de origen en la CPE. Es más, Evo Morales Ayma, que “ennobleció” al Papa, desvirtúa un muy humilde, pero crucial mensaje: “es mejor que huelan como ovejas y no sean pavorreales”, pero su temor a las clases (marxista) que demostrarían quienes son ricos, medios o pobres son un muro para su “proceso” (de aburguesamiento), y su alianza con las elites (agroindustriales y mineras).
Entonces, no queda más que apelar a la línea que marcan los actos “antidemocráticos” (y autoritarios), formato que siguen las OS: anteponiendo su interés individual o de casta por encima de la mayoría de los bolivianos. Finalmente, en su grotesca acepción marxista, el MAS asume las directrices (filo marxistas) de Maquiavelo: “dividir para reinar”. Parafraseando a Renzo Abruzzese: el MAS no puede declararse como capitalista o socialista a secas, lo que le induce a situarse en el limbo de las categorías y por ello “siente” que le es lícito hacer todo lo que le viene en gana, combinar todo lo que mejor le parece -para “su” revolución cultural- en un laberíntico laboratorio de construcciones teóricas y prácticas.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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