Las protestas que se han producido entre muchos estadounidenses por el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre la Unión y la dictadura cubana, confirma, después del viaje de Barack Obama a África, que los intereses políticos están por encima de principios y dogmas. Hasta ahí nada novedoso. Obama normaliza sus vínculos con los Castro, que están en el poder, sojuzgando a los cubanos hace mucho más de medio siglo; pero alude con toda razón a un sátrapa como Mugabe que tiene sometido a su pueblo desde hace 35 años.
Está muy bien que el presidente norteamericano haya visitado Kenia y Etiopía – lugares de origen de sus padres – y que hubiera hablado con firmeza desde la sede de la Unión Africana, en Adis Abeba, reprochando a algunas naciones del continente negro porque violan los derechos humanos y donde falsas democracias soportan a crueles dictadores embozados de demócratas. Asimismo, alabó a países como Nigeria, donde el cambio hacia un régimen de libertades se hizo de forma ejemplar.
Según despachos de las agencias EFE y AFP, el presidente Obama tenía como uno de los cometidos de su viaje, además de exhortar a la defensa de los derechos humanos y el respeto a la democracia, el de neutralizar, de alguna manera, la creciente influencia China en África. Pero, sobre todo, contener la presencia de los grupos radicales islámicos como el Boko Haram, Al Shabab y el Estado Islámico, a los que calificó de “asesinos”, renegados de millones de musulmanes africanos que “saben que Islam significa paz”.
Decíamos que estaba muy bien que Obama hubiera ido a África como parte importante de su política exterior, pero eso de que se vaya tan lejos de los EEUU para fustigar a los autócratas teniendo tiranuelos tan próximos como los de Latinoamérica y el Caribe nos provoca un saborcillo agrio. Los africanos son más descarados, menos sutiles en estos tiempos para hacer de las democracias sistemas engañosos para montar tiranías. Según las agencias de prensa citadas, Obama deploró la situación política en Burundi, Zimbawe, Uganda y Ruanda, manifestando que cuando un líder se cree la única persona que puede gobernar un país es que ha fallado con su pueblo. Dijo: “Nadie puede ser presidente de por vida”. Y se puso como ejemplo él mismo, expresando que está concluyendo su segundo mandato, y que de acuerdo con la Constitución no puede volverse a presentar aunque “podría ganar”.
Pues bien, qué bueno sería que el presidente Obama fuera más claro en sus expresiones respecto a lo que piensa sobre nuestro continente. Qué saludable fuera que hiciera una visita a alguna nación americana (podría ser la propia OEA) para hablar, como lo hizo en África, sobre los falsos profetas de la democracia. Se le perdonaría que disimule la situación cubana, porque eso es irremediable. Ya pasó la Revolución o está por terminarse de puro vieja y estéril, y no se podrían mover todas las fichas del tablero porque se provocaría un caos en la Subsecretaría de Estado para el Hemisferio Occidental. Tampoco digamos que sería un terrible dolor de cabeza para el canciller John Kerry, pero seguramente que sí una preocupación para la subsecretaria Roberta Jacobson. Los americanos morenos no pesamos más que los africanos, por supuesto, al extremo que Trump no hablaría tan mal de los congoleses como de los mexicanos.
Entonces, ¿por qué Obama, obviando a la gerontocracia insular, no se refiere a la descarada ambición política de S.E. el presidente de los bolivianos? ¿Acaso S.E. no ha dicho, igual que Mugabe y hasta que el norcoreano Kim Jong-un, que desea quedarse en el poder hasta el final de sus días? ¿No ha dicho el dislate de que sin él no habría Dakar, ni G-77, ni visita papal? ¡Como si el Dakar o el G-77 importaran un pimiento al país! ¡Y como si el papa Francisco hubiera venido a Bolivia citado por él! ¿Y las andanzas de Correa en Ecuador? ¿Y las del impresentable Ortega en Nicaragua? ¿Y Maduro que va a seguir el ejemplo de su Comandante? ¿No existe acaso una africanización de la democracia en esta parte del mundo? ¿Y para EEUU no es igualmente peligroso o mucho más grave aún tener tan cerca a personajes veleidosos y presumidos, hábiles para halagar y prometer a sus súbditos, que lejos a Mugabe?
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