(Fragmento)

Tus zonas erróneas

Wayne W. Dyer

Quizás, como mucha gente en nuestra sociedad, tú has crecido con la idea de que está mal amarse a sí mismo. Todo el mundo habla de amar al prójimo, pero casi nadie se acuerda de la otra parte de la frase de Jesús… COMO a ti mismo.

Durante su infancia, los niños se consideran hermosos por naturaleza, pero al llegar a la adolescencia los mensajes de la sociedad ya han echado raíces.

Mensajes como “después de todo no puedes andar por el mundo amándote a ti mismo, ¡Qué pensarán de ti los demás!”.

El mensaje es muy claro, los adultos son importantes, los niños no cuentan, los demás tienen importancia; tú eres insignificante.

Cuando hayas reconocido lo que vales y lo bueno que eres, no tendrás necesidad de que los demás te apoyen y refuercen tu valor y tus valores ajustando su conducta a tus instrucciones. Si estás seguro de ti mismo y tienes con-fianza en lo que piensas, no querrás ni necesitarás que los demás sean como tú.

No tendrás necesidad de artimañas para amar o dar. No lo harás porque esperes retribución o gratitud, sino por el auténtico placer que sientes al ser generoso y amante.

Si tu ser no vale nada, o no es amado por ti, entonces es imposible dar. ¿Có-mo puedes dar amor si no vales nada? ¿Qué valor tendría tu amor? Y si no puedes dar amor, tampoco puedes reci-birlo. Después de todo, ¿qué valor puede tener el amor que se le da a una persona que no vale nada?

El estar enamorado, el poder dar y recibir, todas esas cosas empiezan con un ser que es capaz de amarse a sí mis-mo.

Recuerda siempre que en ningún momento y en ninguna circunstancia es más sano odiarse a sí mismo que amarse a sí mismo. Incluso si te has portado de alguna manera que te desagrada, odiarte a ti mismo sólo te llevará a inmovili-zarte y a perjudicarte. Que la equivocación o el error te sirvan de lección, pero no los asocies con tu autoestima o auto-valoración.

No confundas nunca tu valor propio con tu comportamiento o con el com-portamiento de los demás hacia tu per-sona.

No es fácil deshacerse de los hábitos de la niñez.

Es muy posible que la imagen de ti mismo se base todavía en las opiniones de los demás. Es cierto que tus primeras ideas sobre ti mismo las aprendiste de los adultos pero no es cierto que tengas que cargar siempre con ellas.

Tú eres un ser humano. Eso es todo lo que necesitas. Tú eres quien determina lo que vales, sin necesidad de dar explicaciones a nadie.

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