El ilustre jurisconsulto Dr. José Carrasco Torrico, fundador del matutino EL DIARIO y defensor jurídico-histórico de los derechos en nuestro cautivo Litoral, legó al pueblo de Bolivia y en particular a gobernantes y políticos, un mensaje de profundo contenido cívico: “La Patria es ara y no pedestal ni escala”.
Este luminoso mensaje debería tener trascendencia nacional para construir esta Bolivia que Dios nos dio para nacer, crecer, educarnos y formarnos como ciudadanos a fin de hacer de ella un país políticamente soberano, socialmente justo y económicamente fuerte.
Por su parte, el Papa Francisco en su visita a nuestro país, nos dejó estas sabias recomendaciones: “El cambio concebido no como algo que un día llegará porque se impuso tal o cual opinión política”. “Dolorosamente que un cambio de las estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón, termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir”. “Dejar de lado las tentaciones de proyectos unicistas o más cercanos a dictaduras”.
El pueblo boliviano de uno a otro confín del territorio, sin diferencia alguna, confía en que los administradores del Estado, así como los políticos, recojan estos mensajes con vocación de servicio a Bolivia y quemen en el altar bendito de la Patria sus pasiones sectarias y sus subalternos intereses personales y de grupo.
El presidente Morales, a tiempo de inaugurar el II Encuentro Mundial de Movimientos Sociales, decía: “Nunca sentí que un Papa nos pudiera acompañar con sus mensajes de justicia y paz”.
La Patria no es una entelequia, un sofisma y menos una imaginación subjetiva. La Patria es una realidad tangible que no puede ser manoseada al libre albedrío de gobernantes que ambicionan el culto a la personalidad, que solamente entienden que administrar el Poder estatal es imponer sus decisiones o hacer uso discrecional de los dineros fiscales. No se debe olvidar que en el pasado, caudillos bárbaros y letrados así como dictadores militares y civilistas, impusieron sus intereses a los supremos intereses de la Patria y de su pueblo, frenando el destino superior al que ella tiene derecho.
La Patria nació al calor de duras jornadas de lucha independentista protagonizadas por compatriotas del campo y de las ciudades que, sin distinción alguna de raza o clase social, dieron sus vidas por consolidar su soberanía. La Patria estuvo en la sangre y el dolor de su pueblo para alcanzar sus derechos sociales y ciudadanos y conquistar una democracia donde los DDHH y las libertades de pensamiento, de expresión y de información institucionalicen el Poder Contestatario que permita reclamar a nuestros gobernantes, capacidad, honestidad, concertación, paz y generoso desprendimiento para atender las demandas populares.
Al cabo de 190 años de vida independiente de Bolivia, no se puede seguir ocultando las crudas realidades del diario vivir en las áreas campesinas, donde la miseria convive con el estancamiento, las enfermedades y la sub-educación, en tanto que los cinturones de pobreza están apoderándose de las ciudades.
La falta de fuentes de trabajo se está universalizando en Bolivia, mientras la desocupación ya no forma bolsones en los centros urbanos, sino que se hace incontrolable para formar el comercio informal o hacer que los subproductos de la pobreza, como delincuencia, narcotráfico, alcoholismo y prostitución alcancen índices alarmantes.
Si pasados gobiernos se encargaron de defraudar a la Patria y a su pueblo para medrar solamente del presupuesto fiscal, se impone la necesidad de corregir aquellos errores.
Frente a los desafíos de la competitividad y la globalización que nadie puede desconocer, se hace necesario que Bolivia se acomode al mundo moderno. Escoger un modelo económico que por encima de enunciados emocionales tenga la virtud de atraer capitales externos, inclusive con las características del “Joint Venture” (Riesgo Compartido) que respete nuestras leyes y no monopolios absorbentes e inescrupulosos. Necesitamos que se ponga en práctica y no en discursos la conciliación de los derechos de la empresa privada nacional y de los trabajadores para crear en proporción geométrica estructuras industriales y comerciales capaces de absorber a los gruesos contingentes laborales y, por otro lado, generar productos terminados con valor agregado para la exportación.
A esta altura de nuestra historia, gobernantes y políticos deben abrigar la convicción de buscar el entendimiento entre bolivianos mediante propuestas de trabajo metodológicamente planificadas y no imponer por la fuerza obras por muestreo con costosas inversiones o ideas superadas por la dialéctica de la historia. Trabajar por una Bolivia donde el atraso y la pobreza no sigan siendo los forzados invitados de los hogares bolivianos.
Que Dios ilumine a gobernantes y políticos para no defraudar los mensajes del Papa Francisco y todos los días tengan en mente que “La Patria es ara y no pedestal ni escala”.
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