Dictadura en Chile
Santiago de Chile.- Los restos del general Manuel Contreras, el máximo represor de la dictadura de Augusto Pinochet, un personaje clave del capítulo más negro de la historia chilena y que nunca reconoció los crímenes por los que fue acusado, fueron incinerados ayer en un acto en el que estuvieron escasos familiares.
Según trascendió, para su féretro, el militar fue vestido con su traje de gala del Ejército, de la misma manera en que fue velado en su oportunidad el general Pinochet.
Soberbio como el que más, Contreras cumplió su palabra de morir en un hospital y no en la cárcel, tal como lo había manifestado en una de sus últimas declaraciones: “No voy a morir en la cárcel”.
El “Mamo”, como era conocido entre sus compañeros de armas, murió el viernes en la noche en el Hospital Militar al que llegó el 24 de septiembre de 2014 por una enfermedad renal crónica, cumpliendo apenas 17 de sus más de 500 años de condena por violaciones a los derechos humanos.
El militar, de 86 años al morir, y exjefe de la temible Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de Augusto Pinochet, se había agravado en las últimas semanas, se le habían suspendido todos los tratamientos y solo recibía paliativos para el dolor.
En un comunicado, el Gobierno de Chile indicó ayer que “anoche murió uno de los personajes más oscuros de nuestra historia, responsable de crímenes y graves violaciones a los derechos humanos en nuestro país”.
El Ejecutivo agregó que el violador de derechos humanos “murió privado de libertad y condenado a más de 500 años de cárcel por decenas de crímenes cometidos contra sus propios compatriotas y por violar sus derechos humanos”.
“Contreras ha muerto llevándose información valiosa para saber la verdad y hacer justicia respecto del horror cometido por la dictadura. Es el momento para reafirmar nuestro compromiso con el pleno respeto y vigencia por los derechos humanos”, concluyó la misiva.
Por su parte, el abogado Roberto Garretón, quien fuera jefe del área jurídica de la Vicaría de la Solidaridad durante la dictadura (1973-1990), perteneciente a la Iglesia Católica, afirmó que Contreras deja un legado sanguinario como responsable de la muerte de muchos chilenos.
“El legado que él deja es de un asesino cruel, sanguinario, odioso, mafioso, de primer nivel”, indicó Garretón quién agregó que haber llevado a cabo las políticas de Pinochet “da cuenta de un tipo de muy mala calidad de vida, un tipo enfermo mental y moral, lleno de odio”.
Graduado en la escuela de las Américas, en la que el Ejército estadounidense entrenaba a oficiales latinoamericanos en técnicas antisubversivas, Manuel Contreras fue un maestro de las argucias, los montajes y cortinas de humo para encubrir, disfrazar u ocultar sus crímenes.
Su poder era tan grande, que su nombre era mencionado con temor por detractores y partidarios, los archivos de ministerios y reparticiones públicas de Chile se abrían ante la menor solicitud, y contaba con decenas de agentes leales y una amplísima red de colaboradores.
Contreras jamás reconoció ninguna de sus atrocidades y en las pocas entrevistas que concedió aseguró siempre que “nosotros (la DINA) no matamos a nadie que no fueran terroristas cuando se enfrentaron a nosotros”.
“La DINA me provoca orgullo, porque todo lo hicimos bien. Nunca hicimos desaparecer a nadie”, y “no conocí la violación a los derechos humanos”, indicó el general, entre otras pocas afortunadas frases.
La Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) aseguró ayer en rueda de prensa que Contreras murió como el máximo exponente de los llamados pactos de silencio que se dan en el Ejército. (EFE)
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