Delincuentes disfrazados de policías

Suman las denuncias contra los ladrones disfrazados de policías, que ante el poco o ningún control de las autoridades correspondientes, han convertido las ciudades de La Paz, Santa Cruz y Cochabamba en territorios libres para cometer fechorías, ante la vista y temor de ciudadanos que, resignados por su desgraciada suerte, no hacen resistencia ante los atracos sufridos a plena luz del día. Por el contrario, entregan lo que llevan en sus manos (paquetes, maletines, relojes y anillos de matrimonio), lo que tienen en sus bolsillos y no por el placer de hacerlo, sino por temor a que los ladrones piensen que se resisten al despojo, y por su desobediencia reciban puñaladas o disparos de pistola.

También hay denuncias contra secuestradores disfrazados de policías, que donde se encuentre la víctima, sin mediar conversación alguna, ni mostrar la cédula de aprehensión policial u orden de juez o fiscal, violentamente la introducen en algún motorizado con el que cuentan.

Ahora bien, en ambos casos y para tomar en cuenta, mediante las redes sociales sabemos que personas que estaban casualmente transitando por el lugar de los hechos, y que pretendieron saber qué estaba pasando, o protestaban por el mal trato que se estaba dando al aprehendido, al salir en su defensa corrieron el riesgo de ser también aprehendidas bajo el cargo de supuesta complicidad. Y al insistir y pedir ver la orden legal de aprehensión, no sólo no les mostraron, sino que recibieron de los secuestradores y/o falsos policías un cachetazo en el rostro o cabeza, y hasta disparos por su intromisión.

Ante todo lo anterior, lo que más llama la atención de la ciudadanía es que, pese a estar instaladas muchas cámaras de vigilancia en los lugares supuestamente estratégicos de la ciudad de La Paz, y seguramente también en las ciudades de Santa Cruz y Cochabamba, en el Aeropuerto Internacional de El Alto, en terminales de buses interdepartamentales e internacional, en zonas bancarias, comerciales, industriales, escolares, colegiales, y en las principales calles y avenidas, nadie sabe si dichas cámaras están funcionando o están sólo de adorno.

Y es que los robos y atracos en plena vía pública y a la luz del día, así como los secuestros de personas, continúan siendo ejecutados impunemente, ante la ausencia de policías uniformados y agentes encubiertos, efectivos de la policía que según declaraciones vertidas en años muy pasados, llegaban al número de 40.000 uniformados. Sólo nos queda decir a los ciudadanos en particular y pueblo en general, “Dios nos proteja”. Qué lástima, ¿verdad?”.