El “heraldo” de la intolerancia

La intolerancia se apoderó del canciller chileno Heraldo Muñoz, que en un rapto de rabieta vociferó: “nos vemos en La Haya”. Muñoz, con estos vocablos pronunciados con énfasis, quiso dar por cerrada la posibilidad de un restablecimiento de relaciones diplomáticas boliviano – chilenas.

Chile estuvo buscando “tres pies al gato” para disipar el acercamiento bilateral y de este modo evitar el tratamiento del centenario diferendo. Quiso sacarse la espina que lo incomodaba, ante la comunidad latinoamericana y el mundo, como consecuencia de su fallido ofrecimiento de orden diplomático bilateral. Es decir que su iniciativa de un restablecimiento de relaciones diplomáticas boliviano – chilenas no tuvo la repercusión política favorable, para sus propósitos, por ser capciosa y ruin.

El canciller Heraldo Muñoz no refleja la opinión del pueblo chileno en relación con la causa boliviana, sino de sectores oligárquicos que temen perder sus privilegios si los dos países en conflicto, Bolivia y Chile, llegaran a un entendimiento en torno al centenario diferendo.

Esa oligarquía, encaramada en La Moneda, no desea, en consecuencia, se le restituya a Bolivia su soberanía en el Pacífico, porque vería disminuidos sus intereses más inconfesables.

La historia refiere que dicha oligarquía, en confabulación con el imperialismo inglés, promovió la ocupación militar de nuestro territorio costero, con la finalidad de saquear sus recursos naturales, renovables y no renovables, hasta hoy. Además la secuela de ese hecho es el centenario enclaustramiento boliviano aún no resuelto.

Recordemos que la oligarquía siempre ha marcado los cauces de la historia del país vecino. Y acá tenemos, a propósito, un ejemplo. “La postura socialista, anticapitalista y antimilitar, adoptada por los reformistas (de la Primera Convención Estudiantil Chilena de 1920), generó en los poderes oligárquicos una reacción brutal de persecuciones, abusos, amedrentamientos y expulsiones de estudiantes, como también asaltos a la sede de estudiantes por las “multitudes patrióticas” (Ramón Rada Velasco; “Estado y Universidad 1918/1970 – Chile, Cuba, México -”, 1983, páginas 46 y 47).

“No hay ninguna posibilidad de que la Corte, ya sea ahora o más adelante, le diga a Chile que entregue territorio. Eso no va a ocurrir, se los puede garantizar”, aseveró, hace poco, el canciller Muñoz (EL DIARIO, 7 de agosto de 2015).

Parece que Muñoz ya habría leído el veredicto que, próximamente, dictaminará la Corte Internacional de Justicia, con respecto a la demanda marítima boliviana, planteada ante esa instancia en 2003. En su criterio Chile saldrá airoso de La Haya. “Se los puedo garantizar”, aseguró.

“Bolivia declaró la guerra a Chile”, manifestó esa autoridad (EL DIARIO, 6 de agosto de 2015). Con estas palabras el Ministro de Relaciones Exteriores de la nación transandina quiso probar la ocupación militar de nuestro Litoral. Es inconcebible y vergonzoso.

En suma: el “heraldo” de la intolerancia, de la confrontación y la enemistad, se esfuerza, por todos los medios a su alcance, porque el argumento antiboliviano y enclaustrador, que maneja a fin de desvirtuar la demanda marítima boliviana, sea asimilado por quienes administran la justicia internacional, desde La Haya.