Yuri Mirko Ríos Madariaga
En octubre de 1957, la Unión Soviética lanzaba con éxito el Sputnik 1, el primer satélite artificial en alcanzar la órbita terrestre, así comenzaba la vertiginosa carrera espacial entre las dos superpotencias del mundo. En julio de 1969 y ante la sorpresa general, Estados Unidos colocaba al primer hombre en la Luna. Desde entonces, fotografías de numerosas misiones espaciales han permitido corroborar un hecho irrefutable que entra en el campo de lo enigmático: la forma del lago sagrado de los tiwanakotas ¿una mera coincidencia natural?
En 1989, Guillermo Lange había publi-cado en tres domingos consecutivos en el Decano de la Prensa Nacional EL DIARIO, un interesante artículo titulado “Titikaka el Lago del Misterio”, del cual resumiré y tomaré con algunas modificaciones, los fragmentos -desde mi punto de vista- más sobresalientes para darlas a conocer a los lectores ávidos de los misterios que no pierden vigencia y tampoco tienen una explicación “razonable” que satisfaga a la ciencia convencional.
Pero, ¿Qué significa Titikaka? Es una palabra aymara que se descompone así: “titi” quiere decir puma, felino y “kaka” el color dorado del animal. Por tanto, querría decir llanamente, “el lago del puma dorado”. Y asombrosamente, el lago más alto del mundo tiene la forma de un puma con la cola levantada en actitud de atrapar entre sus garras a una ¿liebre?, en este punto, personalmente afirmo que se trataría de una vizcacha, pues la liebre no es nativa de Sudamérica. Pos-teriormente a la mencionada traducción, un lingüista mani-festó que “kaka” era un pez de grandes escamas plateadas ¿se referiría al suche?, lo cual induciría a traducir “EL LAGO DEL PUMA Y DEL PEZ SAGRADOS”. Y también, para la incredulidad de muchos, el lago Mayor o Chucuito tiene la forma de un puma y un pez extrañamente fusionados mirando en direcciones opuestas. ¿Fue bautizado con ese nombre por quienes conocían su forma? ¿Cómo sabían el aspecto que tenía el inmenso lago sagrado? o es solamente ¿pura casualidad?
En el Tiwanaku primigenio, el puma es-taba íntimamente vinculado con el ele-mento fuego, es decir, era el emblema del poder mágico o energía suprema que es-peraba ser despertada en cada ser huma-no. Solo siendo tragado por el fuego sagrado del felino, el iniciado tiwanakota (representado por la vizcacha propuesta) era digno de empuñar el cetro de mando e ingresar al imponente templo de Puma Punku (Puerta del Puma), ya transformado en Hombre Puma o Chacha Puma, libre de los aspectos infrahumanos que le mante-nían inconsciente e impedían ascender espiritualmente. La cola levantada del pu-ma señalaba el lugar donde nacía precisa-mente esta energía: el espinazo o columna vertebral, tal como está trazado en el in-menso espejo azul de los Andes. Hoy exis-ten muchas evidencias físicas (cerámica, tejidos y monumentos líticos) que conser-van el grabado del felino sagrado.
Si el puma representaba el fuego, el pez era el símbolo del agua que da la vida. Este pez probablemente no era otro que el suche, con su cabeza de “gato” y cuerpo de pez. Cabe recordar que la insólita aso-ciación pez-gato, se realizó en el altiplano en un momento de la protohistoria imposi-ble de ubicar en el tiempo, siempre vincu-lada a tremendos procesos psico-fisiológi-cos que debían producirse en el interior de cada persona para que emerja el Hombre Solar o Chacha Puma.
¿Fue remodelado el contorno del lago? Al respecto, Fernando Diez de Medina en su libro “Tiwanaku: Capital del Misterio” dice: “No se sabe cuáles fueron los dioses de los remotos atlantes. Ni su organización política y social. Apenas queda recuerdo de su sapiencia botánica: dicen que ha-cían brotar árboles y plantas desconocidas en las tierras más áridas, que se transpor-taban a cortas distancias por el aire, que podían remodelar montes y colinas”.
En las llanuras de Nazca (Perú), donde solamente desde un avión, se puede ob-servar finísimos y delicados dibujos reali-zados de un solo trazo que se extienden a lo largo de kilómetros, demuestra en forma irrebatible que quien realizó estas marcas lo hizo desde el aire. Por su simetría y perfección, dan la impresión de haber sido delineados con la ayuda de sistemas com-putarizados desde algo que se hallaba suspendido a gran altura. Es incuestiona-ble que estos monumentos solo pudieron ser realizados por una estirpe de humanos con capacidades y poderes superiores ¿Acaso fueron los mismos modeladores que eligieron la forma del lago sagrado?
Viejas leyendas hablan de la llegada de seres extraños al planeta. Uno de los des-cendientes del cronista peruano Inca Gar-cilaso de la Vega, Beltrán García, afirmaba haber heredado unos manuscritos secre-tos que revelaban “que las escrituras picto-gráficas de Tiwanaku señalan que en la era de los tapires gigantes, seres humanos palmeados y con sangre diferente a la nuestra, llegados de otro planeta, encon-traron conveniente instalarse en el lago más alto de la Tierra”, luego añadía algo desconcertante: “en el curso del viaje inter-planetario los pilotos lanzaron sus excre-mentos sin aterrizar y dieron al lago la forma que actualmente tiene”. Téngase en cuenta el significado antes explicado del lago sagrado: “titi” (puma) al que se le aña-dió el sufijo “kaka” que en varios idiomas significa excremento.
¿Se quiso marcar con el símbolo del pu-ma este lugar considerado desde siempre sagrado? La respuesta es un rotundo sí. La región del planeta donde en aquella época remota que se pierde en el fondo oscuro de las edades, la especie humana alcanzó un elevado grado de evolución espiritual y científica, fue señalada con la GRAN ESFINGE ACUÁTICA DE LOS AN-DES como un silencioso mensaje para la humanidad actual, de la civilización que irradió su luz al mundo: Tiwanaku.
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