Armando Méndez Morales
Ha surgido el planteamiento de que el tipo de cambio en Bolivia debería seguir el comportamiento devaluatorio que está viviendo la región, por lo que es importante reflexionar sobre lo acertado, o no, de este planteamiento.
Sin embargo de lo anotado, las expectativas de devaluación son bajas. Según los analistas económicos, a los cuales el Banco Central de Bolivia encuesta, se podría tener un tipo de cambio de Bs. 7, para fines del año 2015 y de Bs. 7,2 para fines del año 2016. En concreto, una variación no significativa.
Es evidente que las monedas de la región se están devaluando fuertemente. V.gr, anualmente y hasta el mes julio del año en curso, Colombia devaluó su moneda en 47%, Brasil en 44%, México en 22%, Uruguay y Paraguay en 20%, Chile en 16%, Perú en 14%. Argentina en 12% y Bolivia nada. Argentina tuvo devaluaciones ya fuertes en los años anteriores. Este comportamiento trae consigo una conclusión general. La economía boliviana está perdiendo competitividad, lo que es lo mismo decir que es una economía que incentiva las importaciones y no las exportaciones.
El comentario anterior y su conclusión están referidos a lo que los economistas denominan comportamiento del tipo de cambio nominal. Pero, lo que en verdad interesaría es el tipo de cambio real, entendido como aquel tipo de cambio que toma en cuenta el comportamiento tanto de los precios externos como internos. Esto es medido por lo que se nomina tipo de cambio real multilateral (TCRM).
Si observamos datos desde inicio del Siglo XXI, encontramos que el TCRM más alto al que Bolivia llegó fue durante el año 2006, después de lo cual vino cayendo continuamente. Si consideramos el periodo 2015-2006 se concluye que el TCRM, para el país, habría caído en un 40%. Esto confirma, para un tiempo más largo, que Bolivia está perdiendo competitividad internacional.
Si nos referimos al comportamiento del tipo de cambio real bilateral y para los mismos países sobre los que se hizo el comentario sobre tipos de cambio nominales, se tiene las siguientes conclusiones. Se habría perdido competitividad, en el periodo 2015-2016, de la siguiente manera: con Argentina en un 57%, con Brasil y con Chile un 42%, Perú (32%), Colombia (31%), México (24%), Uruguay (11%) y Paraguay (4%).
El análisis numérico realizado apuntalaría a que Bolivia debería seguir el camino de la devaluación del tipo de cambio. Sin embargo, si se considera otros indicadores, como es el comportamiento de la cuenta corriente en balanza de pagos, la conclusión es otra.
Históricamente Bolivia siempre fue un país deficitario, sin embargo, esto no fue acompañado con la devaluación de su moneda, debido a que Bolivia siempre siguió una política de tipo de cambio fijo, manejado muy políticamente, hasta la implementación del DS 21.060 del año 1985. Recién a partir del “bolsín” Bolivia siguió una política de tipo de cambio fijo “deslizante”, que seguía de cerca, primero, el comportamiento de la inflación interna y, luego, el comportamiento del TCRM.
Dicha política cambiaria se la podría calificar de acertada, dado que Bolivia mantenía relaciones comerciales deficitarias con el mundo. Pero esto cambio drásticamente a partir del año 2003, cuando apareció -levemente primero- superávit en cuenta corriente de balanza de pagos, conducta que se hizo fuerte en los años siguientes, lo cual permitió a Bolivia acumular reservas internacionales, a un nivel jamás antes conocido, que incluso coloca a Bolivia como el país, en la región, de la mayor magnitud de reservas internacionales con respecto al PIB. Llegó un momento a un indicador del 50%.
El tipo de cambio nominal más alto al que se llegó fue Bs. 8,1 por dólar en junio del año 2005, el mismo que se movió a Bs. 6,96 para noviembre del año 2011. Desde entonces no se volvió a mover el tipo de cambio, aunque continuó con el superávit en balanza de pagos.
La política cambiaria del país a partir de año 2012 pudo continuar con la apreciación cambiaria, dado que se mantenía el exceso de oferta de dólares en el país, pero se prefirió mantenerlo fijo. Incluso ahora la venta de dólares por parte del Banco Central es mínima, el otro hecho que explica el elevado nivel de reservas internacionales.
En el periodo 1995-2002, aunque el tipo de cambio nominal subía constantemente, el tipo de cambio real no seguía esta misma tendencia. Incluso llegó a bajar, conclusión que hace pensar que las devaluaciones nominales no siempre son efectivas en Bolivia, lo que avala la conclusión de que para el país es mejor una política de tipo de cambio fijo, en las actuales circunstancias, que el otro seguido por nuestros vecinos que es de flotación.
El 95% de lo que exporta Bolivia corresponde a materias primas, cuyo comportamiento de precios puede ser altamente cambiante. Una caída de precios, como la que se está viviendo ahora, es imposible compensar con una modificación del tipo de cambio. Las exportaciones de materias primas dependen, fundamentalmente, de sus precios internacionales, que suelen ser volátiles. No es posible compensarlas con devaluaciones. Aún más, para el caso boliviano, una pequeña devaluación no tendría ningún impacto real sobre la economía, pero podría desencadenar expectativas no esperadas. Una gran devaluación, tampoco socialmente sería tolerada por la población.
Si lo indicado es acertado, quiere decir que mejorar la competitividad económica de Bolivia no pasa por una política de devaluación cambiaria, sino por otro tipo de políticas que impida la presencia tanto de inflación de costos (doble aguinaldo, aumento de salarios) como de inflación de demanda (gasto público creciente).
El autor es Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.
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