II
Por otro lado, resulta una total falacia decir que la producción nacional es capaz de abastecer la demanda interna cuando está claro que para la mayor parte de los proyectos de inversión pública lo que más se requiere son insumos, combustibles y medios de transporte (no bienes de capital) importados, cuyo aumento contribuye al deterioro de la balanza comercial.
En cuarto lugar, la economista Katherine Hinojosa Virreira dice que los logros económicos del gobierno fueron posibles porque ahora Bolivia puede administrar sus políticas monetaria y fiscal, lo que le permite mantener a raya la inflación y una tasa de crecimiento de alrededor de 5% en el marco de una economía bolivianizada con un amplio margen en el sector fiscal y una deuda externa moderada.
Al respecto, no dudo de la capacidad del gobierno para administrar las políticas monetaria y fiscal para mantener la estabilidad económica, pero ésta es sólo una condición necesaria (no suficiente) para el crecimiento económico sostenible. Además, ante un panorama externo adverso como el que empezamos a experimentar, es probable que muchas de estas conquistas se vayan desmoronando en el curso de los próximos meses.
En quinto lugar, menciona que el gobierno ha optado por el camino adecuado al incentivar la industrialización para de esta manera incrementar la oferta agregada, lo que habría contribuido a controlar la inflación evitando un “sobrecalentamiento” de la economía.
Aquí, la analista otra vez sólo reitera la propaganda gubernamental porque está claro que lo poco que se avanzó en materia de industrialización con recursos del Tesoro y el BCB ni siquiera se puede comparar con el franco proceso de desindustrialización exacerbado en años recientes por el modelo extractivista del gobierno, tal como he demostrado en otro aporte.
Por último, la economista concluye que “es sencillo predecir lo que ocurrirá en 2015, el Gobierno impulsará la inversión pública y el gasto gubernamental, con ello dinamizará aún más la demanda interna y cumplirá su meta de crecimiento” y luego se pregunta qué dirá este analista cuando todo esto surta efecto.
En relación con este punto, en días pasados me he referido a lo que podría llamarse la paradoja del crecimiento económico con derrumbe productivo, la cual se puede describir de la siguiente manera:
En un afán desmesurado por mantener el crecimiento, y ante la merma de los ingresos fiscales provenientes de las exportaciones, el gobierno podría introducir mucho dinero en la economía vía inversión pública solventada por deuda interna a través del Banco Central de Bolivia (BCB) o deuda externa onerosa financiada por la cooperación internacional, y/o gasto corriente, asegurando, por ejemplo, el pago del segundo aguinaldo que, irónicamente, contribuirá al cumplimiento de la meta de crecimiento del gobierno, cuando en realidad debería haber sido a la inversa. Si bien todo esto tendrá un efecto directo en el aumento de la demanda interna y en el mantenimiento del crecimiento, puede que ocasione al mismo tiempo un endeudamiento interno y externo desmesurado acompañado de un descalabro definitivo de las últimas empresas privadas rentables que quedan en Bolivia, llevando a la economía a partir de 2016 hacia límites intolerables de desempleo y estancamiento económico, a tiempo de poner en riesgo la propia estabilidad macroeconómica del país tan ponderada por el gobierno.
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