La comunidad nacional, conjuntamente el departamento de Potosí, ha sufrido mucha frustración por el fracaso de un sano intento: dialogar en pos de resultados efectivos para que la Villa Imperial salga del marasmo en que se encuentra desde hace muchísimo tiempo.
El diálogo, instrumento de armonía, sensibilidad, cordialidad, paz y concordia, no fue posible especialmente por las posturas del Gobierno que originalmente quiso hacerlo en Uyuni y ante la negativa de Comcipo, decidió hacerlo en la ciudad de La Paz. El Gobierno, parece que herido en su soberbia, decidió convocar a nuevos diálogos pero bajo sus condiciones.
Ante uno y otro intento, ante las posturas muchas veces extremas asumidas por Comcipo para justificar sus reclamos, y ante posiciones recalcitrantes adoptadas por las partes, al final de todo fracasó más por cansancio que por razones que hayan para que Potosí reclame por sus justos derechos planteados durante mucho tiempo y que ya en el año 2010 logró compromisos que no fueron cumplidos. Esta vez fue un Ministro que anunció renunciar si se comprobaba que no se cumplieron ofertas gubernamentales; comprobados los hechos en el terreno, ni hubo la anunciada renuncia ni tampoco la promesa o intención de cumplir con lo ofertado el año 2010.
El diálogo es la antítesis del egoísmo, de la desidia, del nomeimportismo, de la soberbia y de las posiciones recalcitrantes porque sólo el diálogo es capaz de unir, armonizar posiciones, demostrar voluntad y capacidad para la solución de los problemas planteados. El diálogo es el arma pacífica de los que tienen razones para mostrar una u otra posición porque cuando hay diálogo constructivo entre partes, también hay posiciones en las que hay razones valederas en cada una de ellas porque es el diálogo el que despeja dudas, resquemores, desconfianzas y encuentra caminos de armonía y entendimiento.
Potosí, tan sólo por haber suspendido el diálogo, sufrirá las consecuencias porque, para empezar, en los días de paro perdió muchos millones de dólares que bien pudieron haber servido para paliar en alguna forma los grados extremos de pobreza; ahora, sin diálogo y sin posibles acuerdos para entablar nuevas conversaciones, la pobreza hará tabla rasa de los anhelos potosinos o, en su caso, las autoridades pondrán condiciones que, nada raro, compliquen la situación y den lugar a nuevos conflictos.
Será preciso, pues, que, ante los fracasos, se abra cauces de buena voluntad tanto en las autoridades del Gobierno como en los integrantes de Comcipo para ingresar, nuevamente, en un diálogo franco y honesto, responsable y respetuoso, consciente y constructivo, dejando de lado intenciones revanchistas o de rencores contenidos; de otro modo, las diferencias se ahondarán con un solo ganador: la pobreza que se agudice con mayor fuerza.
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