Actualmente se impone, como siempre, el hostigamiento chileno, en contra de Bolivia, por el solo hecho de que ella asumió la histórica decisión de recurrir a La Haya, con la demanda marítima, a fin de no ser ridiculizada por la habilidosa diplomacia araucana.
Este accionar del Estado nacional no ha sido ni es del agrado del poder oligárquico que impone sus designios en La Moneda. Por ello que está sumamente quisquilloso e irritado.
Desde el poder oligárquico chileno, pasando por algunos medios televisivos afines con él, se han entregado a la ingrata tarea de tergiversar las declaraciones de nuestros representantes diplomáticos e injuriar, asimismo, al conjunto nacional, con el argumento de que no existe conflicto territorial con Bolivia, desde que se suscribió el Tratado de 1904. En este contexto el objetivo mayor, de los bolivianos, es recuperar la soberanía en el Pacífico, con los buenos oficios de la Corte Internacional de Justicia.
En consecuencia ha ratificado, tal como hicieron sus progenitores, la tirria, en contra no sólo de las autoridades gubernamentales del país, sino del pueblo boliviano, que se siente denostado por la torpeza y alevosía que asumieron los estamentos sociales privilegiados, que amasaron ingentes fortunas, explotando los recursos naturales del Litoral boliviano. Y es que la oligarquía chilena siempre ha buscado desvirtuar y descalificar la demanda marítima que despertó la sensibilidad y solidaridad política de los pueblos del mundo. Además de distinguidas personalidades del mundo artístico e intelectual.
El respaldo de la comunidad internacional a la causa boliviana no es de reciente data, proviene desde hace rato. Pruebas al respecto abundan en las bibliotecas públicas y, particularmente, en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia.
Por ejemplo: hace aproximadamente 52 años fue impreso, en los Talleres de Empresa Industrial Gráfica E. Burillo, por encargo de la Dirección de Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores, el libro “Rumbo al Mar. Bolivia y la OEA. Opina la prensa continental”, de 116 páginas, cuyo contenido recoge diferentes criterios de quiénes estuvieron vinculados al quehacer periodístico, en el contexto internacional, sobre el tema marítimo boliviano.
“Muchos bolivianos se veían ya bañándose en su mar. Sin embargo, años después, otro canciller chileno decía textualmente en un discurso lo siguiente: … que una vez reanudadas las relaciones diplomáticas con Bolivia, no está dispuesto (su gobierno) a entrar en conversaciones que puedan afectar la soberanía nacional o significar cesión territorial de ninguna especie”.
“El mencionado canciller, Carlos Martínez Sotomayor, citaba a su vez, una nota que se le envió al Embajador Gonzalo Facio, presidente de la OEA. Pero la cosa estaba clara. Ya el gobierno chileno no estaba llano para buscar la fórmula que diera a Bolivia una salida al mar”, señaló Alvarez Castellanos, editorialista de “La Nación”, de Santo Domingo – República Dominicana, en fecha 17 de junio de 1963. Este dato fue tomado del libro que nombramos, líneas arriba, páginas 26 y 27.
Frustraciones de ésta índole hicieron que Bolivia se apersone a La Haya con la demanda marítima.
En suma: Chile continúa enfrascado en su política internacional dilatoria y de hostigamiento con Bolivia.
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