Punto de una conflictiva e irremediable “trancadera” diaria: Estación de la línea del teleférico amarillo, a pocos pasos de la curva de Holguín, antes de ingresar de lleno a Obrajes. Se observa con impotencia cómo cada día largas hileras de motorizados, “minibuses” semivacíos la mayoría, y gente correteando tras uno y otro para abordarlos, no importando que sea un solo “pasajerito”, según suele exclamar el “maestro del volante” que trata de llenar su vehículo, ocasionan un mayúsculo problema. Todos pierden tiempo en ese absurdo congestionamiento donde brillan por su ausencia los que debieran garantizar el desplazamiento rápido y ordenado de vehículos.
La gente protesta alegando que los “minibuseros”, e incluso usuarios, hacen lo que les viene en gana cuando detienen sus coches y permiten que suba gente en cualquier punto de esa vía. Así, la “trancaderitis” resulta insalvable, tal como sucede en casi toda La Paz; lo peor es que tal situación a nadie parece preocupar. Los pasajeros que descienden de la estación de la línea amarilla del transporte por cable no prestan oídos a los guardias viales del municipio, y en lugar de dirigirse hacia la parada, donde existe bastante espacio para abordar todo tipo de motorizados, esto es, reiteramos, en la propia curva de Holguín, prefieren la facilidad de hacerlo a lo largo de esa avenida, caminando incluso hacia la gruta de la Virgen, debido al tremendo congestionamiento.
Se nota la falta de disciplina, respeto, y carencia de educación vial de la mayor parte de tales usuarios, empero, quienes permiten aquello son los conductores al detener su “mini” hasta tratar de llenarlo. Frente a ello, no se ha visto que les extiendan su respectiva boleta de infracción. En cuanto a las personas, también será necesario “educarlas”, y quizá con ayuda de megáfonos se pueda lograr que se dirijan hasta la respectiva parada. Lo cierto es que el problema no sólo se presenta en este sitio, en la ruta de bajada, cada día, puesto que es similar lo que acontece en la avenida 6 de Agosto, el Prado, calles Murillo, Illampu, y otras arterias públicas.
Aunque es evidente, según manifiestan muchos, que “en la Paz las calles ya resultan bastante pequeñas para la gran cantidad de personas que viven en la urbe, el excesivo parque vehicular, y que por ende tampoco llega a alcanzar el número de agentes de tránsito para atender tales contingencias”.
De ahí surge la pregunta ¿usted lo cree así, o simplemente se trata de una indolencia casi generalizada, cierta incapacidad técnica que impide resolver el problema, que existe en demasía el número de minibuses que se trasladan de El Alto al centro capitalino, carencia de educación vial, y poco o ningún control? Como fuere, tal situación llega a derivar en colisiones de motorizados, insultos entre choferes, usuarios, peatones, y cuándo no, hasta en golpes y peleas. Al respecto, queda únicamente invocar ¡paciencia, sólo paciencia, pues no queda otra!
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