Tensión entre Caracas y Bogotá
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha salido ayer al paso de la decisión de su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, de decretar el estado de excepción y cerrar parte de la frontera entre ambos países después de un ataque, atribuido por portavoces oficiales a contrabandistas o paramilitares colombianos, que dejó heridos el miércoles a tres militares y un civil venezolanos en la población de San Antonio del Táchira. En un tono más conciliador que el de Maduro, el mandatario colombiano ha asegurado que la medida no favorece a nadie y que, por el contrario, perjudica a los ciudadanos de ambos lados.
"Si cooperamos los únicos que pierden son los delincuentes, pero si se cierra la frontera y no hay coordinación los únicos que ganan son los delincuentes", ha afirmado Santos, que, según dijo, tratará de comunicarse personalmente con Maduro para buscar una solución a esta crisis, aunque no está claro todavía cuándo ni de qué forma. En este sentido, la reunión de cancilleres prevista para mediados de septiembre se ha adelantado al próximo miércoles y el presidente colombiano ha enviado al ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, en la tarde de ayer a Cúcuta para abordar la crisis.
“¿Cuál es la verdadera razón detrás de esas medidas, de los estados de excepción que decretaron? Pues no lo sabemos”, dijo Santos, quien aseguró que su Gobierno entiende la preocupación de Venezuela por el ataque contra los militares, pero no comparte el cierre de la frontera.
La capital del departamento de Norte de Santander es quien más puede sufrir la medida del lado colombiano. Según el gobernador, Edgar Díaz, la medida afectará a unas 100.000 personas al día y dejará más de 400.000 dólares de pérdidas. La cifra correspondería al envío de unas 4.000 toneladas diarias de carbón con destino a Europa que Colombia exporta a través de Maracaibo.
Para el Gobierno venezolano, la frontera binacional de casi 2.300 kilómetros es el origen de los principales problemas que aqueja a la revolución: el desabastecimiento, que atribuye al bachaqueo o contrabando de productos subsidiados; la delincuencia, que Venezuela atribuye a la importación de modelos colombianos del crimen organizado y la subversión política, que achaca a conspiraciones urdidas por el expresidente y senador Álvaro Uribe.
Maduro agregó el jueves al catálogo de agravios la carga social que significa para su país el éxodo de ciudadanos colombianos, que cifró en 121.000 inmigrantes solo en lo que va de 2015. Unos datos que nada tienen que ver con los que maneja Migración Colombia. Hasta la fecha hay constancia de que 315.000 colombianos han viajado a Venezuela, de los cuales han regresado 307.000. Cerca del 70% lo habrían hecho en calidad de turistas. Aunque la dinámica migratoria no puede llevar a una conclusión empírica, sí se podría pensar que puede haber 8.000 colombianos que se quedaron en Venezuela, 113.000 menos de los que menciona Maduro. Hay que tener en cuenta, además, que al igual que ocurre con los venezolanos que ingresan en Colombia, muchos lo hacen para viajar a un tercer país.
El presidente venezolano llegó a comparar la emigración de colombianos con la crisis de refugiados africanos en Europa, un extremo que ha irritado a Santos: "Es contraevidente y no tiene lógica. Los migrantes de África migran porque la situación económica de Europa es mejor, buscan calidad de vida y hay mejores oportunidades. Si uno hace la comparación entre los dos lados de la frontera es al contrario. Si se comparan indicadores, crecimiento económico, generación de empleo, inversión y productividad la situación indica lo contrario". EL PAÍS
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