La noticia de perfil
La agudeza de mi colaboradora periodística me condujo a tratar nuevamente el tema de la coca cuando me hizo notar que las camisetas que visten los jugadores de nuestra selección nacional son verdes como la coca, observación muy sutil que me llevó a conversar sobre la hoja famosa y la droga que se extrae de ella.
Como la cholita estaba muy bonita, comencé por decirle que yo sabía que ella nunca había acullicado (léase masticado) la amarga hoja, como yo tampoco lo había hecho, porque me habían dicho que la cocaína comienza adormeciendo la lengua y el paladar, o sea que ese era el comienzo de la adicción a la droga. O sea que no me vengan a hacerse los inocentes aquellos que predican que la coca no es cocaína.
Sospechando de algunos “constituyentes” que mandaron a imprimir loas a la “hoja sagrada” en una de la tapas de “la ley de leyes”, Macacha y yo supusimos que la coca tenía mucho que ver con los autores políticos del actual proceso.
La cholita cochabambina, que es más perspicaz que yo, me dijo hace unos días que el producto del narcotráfico es el arma secreta que sostiene la actual economía boliviana, cuyos dirigentes miran sin temor la caída del precio del petróleo y hasta se atreven a anunciar la construcción de una ciudadela nuclear en Mallasilla, a pocos kilómetros de la zona sur de La Paz.
La bambina cochabambina me dijo con la malicia que la caracteriza: “Hay mucho dinero en las arcas fiscales que posiblemente se encuentra en regiones cocaleras como el Chapare, región cocalera que cuenta con un aeropuerto internacional, cuyo tráfico aéreo nadie controla”. Las palabras de Macacha me sumieron en profundas reflexiones que podrían llevarme a la conclusión de que nuestras verdaderas reservas económicas proceden de los derivados de la coca.
La cholita cochabambina nacida en Quillacollo me reafirmó que las hojas de coca no se producen solamente en el Chapare, sino en las provincias yungueñas de La Paz, y que también se siembra coca en la provincia de Larecaja y en la zona de Apolo, no siendo extraño saber que se descubra laboratorios de cocaína en todas las zonas del país, a cargo de narcotraficantes colombianos, peruanos y de otras nacionalidades.
Nuestra conversación concluyó cuando entre sonrisas Macacha me recordó que los cocaleros organizados siguen bajo el control de las Siete Federaciones del Chapare, todas bajo la batuta del Presidente Vitalicio del Estado Plurinacional y Folclórico, quien en este momento discrepa acerca de cuántas miles de hectáreas de los cultivos de coca están autorizadas, mientras Macacha sostiene que nuestro mayor reservorio financiero son los derivados de la hoja sagrada de la coca, que ojalá nunca se acabe, hasta que Bolivia pueda convertirse en una potencia nuclear, como es Irán.
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