Habrá que tener gran imaginación

El Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) dependiente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) festeja su 50 Aniversario con la celebración del evento “Reimaginando la Integración Regional en la Era de las Tecnologías Disruptivas” el 7 de octubre de 2015, en Buenos Aires.

¿Cómo la biotecnología, la impresión 3D y la nanotecnología cambiarán la vida de los latinoamericanos y caribeños? ¿Qué impacto tendrán sobre la equidad social, el comercio, el trabajo y el medio ambiente? Ésas son algunas de las incisivas preguntas planteadas para motivar a que representantes del sector público, privado y de la sociedad civil asistan a este cónclave internacional que promete sesudos diálogos con expertos académicos regionales y globales.

“Disruptivo”, según la Real Academia Española, dice relación con algo que genera una ruptura brusca, de tal suerte que las tecnologías disruptivas vendrían a ser aquellos adelantos tecnológicos e innovaciones que por su vertiginoso desarrollo llevan a la rápida obsolescencia de productos y servicios, impactando sobre la realidad y la vida de las personas aún más allá de lo imaginable.

Algunos ejemplos de tecnologías disruptivas son: la telefonía móvil, que tan fuertemente ha impactado a la convencional en fondo y forma; el uso de GPS revolucionando el mercado, v.gr., con la venta de servicios; amén de la robótica, automatización de procesos mecánicos industriales y agrícolas; la producción al vacío en el espacio y la inimaginable impresión 3D que ha permitido ya la fabricación casera de un auto y -en breve- hasta alimentos, medicinas y vida.

¿Qué decir de la integración latinoamericana -la de la Aladi, las iniciativas centroamericanas, sudamericanas, andina, mercosuriana, del ALBA, Unasur, entre otras- frente a semejantes avances? ¡Puro discursos, abrazos y cocteles!

A diferencia del progreso comentado y logrado gracias a la iniciativa individual y empresarial, la integración regional fue concebida como un buen deseo desde los Estados, pero frenada por los gobiernos en función de intereses subalternos, borrando sistemáticamente con el codo lo que escribieron con la mano.

Después de casi 30 años de vivir y sufrir la integración latinoamericana inconclusa, debo admitir -no con dolor, pero sí con decepción- que, más que la globalización, los propios latinoamericanos fueron quienes dieron al traste con ella. Mucho tendrá que ser el esfuerzo para reimaginarla componiéndola, en la era de las tecnologías disruptivas…

El autor es Economista y Magíster en Comercio Internacional.

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