La crisis de refugiados, que primero sacudió a las costas sur de Europa con la llegada de cientos de miles que escapaban de guerras en Medio Oriente y África, se instaló definitivamente en el norte del continente, en la ciudad francesa de Calais, en la puerta del túnel que lleva a uno de los destinos más deseados: Reino Unido.
Pese a que la mayoría de las personas que se aventuran a cruzar el mar Mediterráneo en barcazas precarias y recorren clandestinamente Europa, escapando de la Policía, en busca de un refugio final provienen de países en guerra o con violentos conflictos, tanto los gobiernos como los medios europeos hablan de una crisis de inmigrantes y no de refugiados.
En cambio, la Unión Europea ofreció como respuesta a la creciente ola de refugiados e inmigrantes que desembarcan en las costas del sur del continente aumentar la operación marítima en el Mediterráneo, para evitar nuevos naufragios masivos con cientos de muertos, y lanzar una ofensiva militar contra las barcazas ilegales antes de que zarpen de los puertos del norte de África.
Según la Organización Internacional para las Migraciones desde el año 2000, más de 22.000 personas murieron intentando llegar a las costas de Europa.