Pastor Baptista Gonzales
En días pasados, la ONU dio la noticia de que en algunos años se erradicará la pobreza en el mundo. Al respecto, consideramos dicha declaración demasiado optimista, ingenua y rayana en demagogia. En efecto, al parecer la ONU ignora que la pobreza es parte de la maldad existente en el mundo, como consecuencia de la deficiencia, injusticia y corrupción de los gobernantes políticos, que carecen de capacidad intelectual, moral, espíritu de justicia y equidad para solucionar la pobreza, incluso problemas nacionales y mundiales. Por ello creemos que la pobreza es un mal equiparable al delito y delincuencia, por lo tanto no solamente es difícil sino imposible erradicarla, como es imposible erradicar el delito y delincuencia.
La pobreza es también consecuencia de la estructura económica de la sociedad. En efecto, históricamente la pobreza y desigualdad económica siempre ha existido, al igual que el delito. Esta afirmación se confirma con la existencia real de la pobreza y desigualdad en el mundo, desde los albores de la humanidad -con guerras de invasión, conquista, esclavismo, explotación del hombre por el hombre, etc.-, situación que ha persistido hasta la actualidad, incluso en países desarrollados como Estados Unidos, Japón, China y otros, donde muchos de sus ciudadanos duermen en alcantarillas, edificios abandonados, comen en ollas del pobre, piden limosna en calles, siendo sus ciudades como grandes selvas , donde la vida es peligrosa y se comete toda clase de delitos. Ahora, si estas potencias mundiales no pueden erradicar pobreza, delincuencia y corrupción, será imposible que lo hagan los países subdesarrollados.
La pobreza también es consecuencia de la división de este mundo en repúblicas, estados, reinos, etc. Unos más ricos y otros más pobres, cuya brecha se hace cada vez más grande e imposible de cerrar, como en África, donde es imposible erradicar hambre, pobreza, corrupción y delincuencia. Al respecto, la historia muestra a líderes políticos idealistas, llevados por su fanatismo, como Adolfo Hitler, con su política nazifascista, quien intentó conquistar el mundo e imponer su ideología racista. Lenin y Marx, en la ex URSS, con su ideología comunista afirmaron que lograrían “el paraíso de los trabajadores” y un solo gobierno mundial, pero fracasaron, al igual que EEUU con su política imperialista.
Asimismo, la humanidad ha probado y experimentado toda clase de sistemas de gobierno, desde los grandes imperios, monarquía, nazismo, fascismo, comunismo, hasta democracia, etc. Y ninguno ha dado buen resultado, por deficiencia y corrupción de sus gobernantes. Al respecto la biblia confirma que bajo el gobierno humano, “…toda la creación sigue gimiendo y estando en dolor juntamente hasta ahora…” (Romanos 8:22). Entonces, ¿de dónde vendrá la solución? En vista del fracaso del gobierno humano, deficiente, incapaz, injusto, demagogo, corrupto y cruel, Dios lo destruirá y reemplazará con un gobierno divino, para ello se ha propuesto dos cosas: 1) Intervenir en los asuntos de la Tierra y cambiar al gobierno humano por un gobierno divino: el reino de Dios. 2) Mediante este gobierno divino, solucionar todos los males que aquejan a la humanidad.
Al respecto, en el libro de Daniel 2:44, leemos: “Y en los días de aquellos reyes/ gobernantes políticos/ el Dios del cielo establecerá un reino/ gobierno divino/ que no quedará en ruinas,/ ni será pasado a ningún otro pueblo,/ destruirá y pondrá fin a todos estos reinos,/ gobiernos humanos/ y este reino/ gobierno divino/ subsistirá hasta los tiempos indefinidos”. ¡Qué solución justa y amorosa de Dios¡ Justa porque el problema es el gobierno humano y amorosa por que la humanidad necesita un gobierno justo.
Jesús nos enseñó a pedir a Dios: “…venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo, también sobre la Tierra…” (Mateo 6: 10). ¿Oirá Dios esta petición? ¡Claro que sí¡, porque no es sordo, ni ciego, como los gobernantes humanos. Este reino que es un gobierno mundial, vendrá y pondrá fin no solamente a la pobreza, sino que transformará la tierra en un paraíso, donde no existirá más la muerte, lamento, clamor ni dolor (Apocalipsis 21:4).
En otras palabras, la solución a la pobreza y todos los problemas no vendrá de los gobiernos humanos, como afirma la ONU, sino del reino de Dios, el gobierno mundial.
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