La noticia de perfil
Hasta hoy no me hallo convencido de que mi cholita reportera me hubiera declarado oficialmente su adhesión a la monarquía folklórica que -según ella- impera en nuestro país mientras muchos papanatas creíamos que Bolivia marchaba hacia el socialismo u otra vertiente marxista.
Sin embargo, fue grato para mí saber de su adhesión a la monarquía folklórica después de haber trabajado un largo tiempo como mi corresponsal en el Palacio Real del Sillpanchu, alternando con nuestro monarca Evo, siempre rodeado de caballeros y damas de la Corte.
Sin el ánimo de discrepar con la bambina cochabambina y tratando más bien de colaborarla en su difícil misión periodística, sugerí a la cholita cambiar su indumentaria habitual por la vestimenta occidental, como lo había hecho mi amiga Hillary Mamani, secretaria de Asuntos Confidenciales de nuestro monarca.
Al escuchar mi modesta proposición, la cholita montó en cólera y me manifestó que nunca abandonaría sus polleras, su manta y su sombrero como lo habían hecho algunas damas de la Corte, esposas, novias y compañeras de más de un centenar de ministros y viceministros que conforman la Corte de nuestro monarca.
Cambié rápidamente de conversación y dije a Macacha que la tentación presidencial de convertirse en monarca de este país indo-mestizo no es tan nueva como pareciera ser, pues muchos de nuestros exmandatarios acariciaron esa pretensión, por no decir que una mayoría de ellos soñaron gobernar nuestro país por tiempo indefinido, rodeados por una Corte Real que se encargaba de prodigarle alabanzas.
Estas referencias históricas que desgrané ante los ojos “chaskañawis” (léase ojos de estrella) de mi comadre, quien me agradeció al ver y al sentir reforzada su tesis monárquica y folklórica.
La cholita cochabambina nacida en Quillacollo me dijo que se había enterado que el virrey Álvaro había auspiciado un ciclo de conferencias para demostrar que Marx vive aún y que tal hecho le había producido cierto escozor en su cabecita, devolviéndole su tranquilidad al explicarle que nuestro Virrey no se refería a Karl Marx sino a uno de los descendientes de Groucho Marx, el más gracioso de los cómicos Hermanos Marx, explicación que tranquilizó a mi comadritay, quien me comunicó que entre los caballeros de la Corte que pululan por los pasillos del Palacio del Silpanchu hay muchos que aspiran a su hermoso segundo puesto, al que anhelan caballeros de la Corte y otros que no son tan caballeros y desean estar a la diestra de Evo Todopoderoso, creador del cielo del Poder, del Chapare y del Fondo Indígena.
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