El dedo en la llaga
Esteban Farfán Romero
Cómo pasa el tiempo. Pablo Milanés en una canción dice “…porque el tiempo pasa, nos vamos poniendo ciegos, y el amor no lo reflejo como ayer…”. En pocos días, las nuevas administraciones subnacionales cumplen tres meses.
Los que nos dedicamos a asesorar gobiernos/gobernantes, hacemos énfasis en la necesidad imperiosa de aprovechar los primeros cien días de gobierno/gestión para tomar algunas decisiones estratégicas, con el fin de echar los primeros cimientos sólidos que aguanten cualquier embate posterior cuando la legitimidad sea más débil. Para ello se requiere elaborar lo que se llama Plan de emergencia o Plan de 100 Días.
Después de una elección, normalmente la sociedad le otorga una especie de licencia para que la nueva gestión se organice. En este tiempo el comportamiento es laxo, indulgente y de complicidad. Es una especie de luna de miel en la que la relación entre nuevo gobierno y gobernados es idílica.
Pasado este tiempo, la sociedad de forma directa o a través de diversos grupos corporativos (grupos de presión/interés) despliegan sus acciones de apremio con el fin de exigir resultados, y/o lograr sus propósitos orgánicos. El ciudadano cree que es suficiente tiempo para que el nuevo gobernante demuestre el cambio/continuidad que ha prometido, y espera los primeros frutos.
Fue Franklin D. Roosevelt el que acuñó esto de los primeros cien días, como resultado de una profunda crisis económica en la que estaba sumido el país. En estas circunstancias se vio obligado a demostrar capacidad de reacción , a transmitir confianza y optimismo y mostrar resultados concretos, y para ello elaboró un Plan que abarcaba este tiempo para encarar la situación.
Este periodo de tiempo es único, al igual que la luna de miel, nunca más se goza de un tiempo con tantas ventajas y prerrogativas, por lo que el gobernante está constreñido a no desaprovechar esta oportunidad.
Siento que los nuevos gobernantes no han aprovechado de manera óptima este tiempo. Algunos han enfatizado demasiado en cargar todos los pecados posibles en sus predecesores, y se han quedado petrificados como la mujer de sal. Desde aquí les he recomendado que está bien que se marque un interregno en el que se separe de manera marcada ambos periodos, pero el mismo tiempo se debería apurar la agenda. No lo han hecho, y ahora irradian una imagen de que están atrapados en la improvisación. En política los discursos se agotan rápidamente, y para ello el político debe tener habilidad para reinventarse rápidamente, antes de quedar como la mujer de Lot.
Da la impresión que al agotarse el discurso de la denuncia (que es propio de oposición), no pueden poner primera para hacer marchar el aparato institucional (gestión). Lo que necesitan para no caer en la improvisación, es necesario sacar la agenda de gestión que es la que le va a dar sentido a la administración y cohesionará al ciudadano en torno a políticas (sueños). Siento que no tienen agenda y se han quedado con las manos vacías, por eso improvisan y no dudan en llenar el vacío de derrotero con acciones que rayan en lo farandulesco y folclórico. Tienen que mostrar algo, y como no tienen en mano nada serio, recurren al abuso de los recursos lúdicos mediáticos.
El desafío por delante es demostrar el cambio y no caer en la rutina de la improvisación y el desorden, esperando que salga algún milagro del caos. Hay especialistas que se dedican a apoyar a los gobernantes desde afuera, por lo que es recomendable que recurran a los mismos.
En el 2011 se ha lanzado lo que se ha denominado Open Government Partnership (Alianza para el Gobierno Abierto), que es una plataforma internacional, en el que a través de varios mecanismos e iniciativas en el que los gobiernos se obligan a rendir cuentas, sean más abiertos y mejoren su capacidad de respuesta a sus ciudadanos. De 8 países, ha pasado a 64 en este momento.
Este es un mecanismo muy bueno en el que gobiernos y sociedad hacen alianzas estratégicas para trabajar juntos, y encontrar resultados.
Este tipo de políticas están basadas en tres pilares fundamentales: la transparencia, la colaboración y la participación. Recomiendo a los actuales gobernantes adoptar estas estrategias para mejorar su gestión.
Yacuiba, agosto, 2015.
El autor es periodista, analista político y docente.
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