Antecedentes históricos
En los prolegómenos de la Guerra con el Paraguay, en 1928, cuando los diplomáticos tenían mucho por hacer, frente a un problema bélico que se veía venir en el Chaco meridional, el Gobierno boliviano mantenía un fortín de avanzada, el “Fortín Vanguardia”, con una ligera guarnición de 20 hombres, reforzada con 45 efectivos, que sorpresivamente fue atacada y tomada por fuerzas paraguayas, el 6 de diciembre de 1928.
El Gobierno y el pueblo boliviano sufrieron este atentado, considerándolo una ofensa y un ultraje a la República, decidiendo por órdenes de la Presidencia, y el Honorable Congreso, tomar de inmediato como represalia el fortín paraguayo Galpón. No pudiendo efectuarlo, fue tomado el fortín Boquerón, de posición estratégica en el área del conflicto.
El 25 de junio de l930, por un golpe militar fue derrocado el presidente Hernando Siles, formándose una Junta Militar que, dada la urgente necesidad, convocó a elecciones, haciéndose cargo de la presidencia de la República el doctor Daniel Salamanca, el 2 de febrero de 1931.
Por una orden mal emitida por la Presidencia de la República, a través del Comandante General Filiberto Osorio, dirigida al Mayor Oscar Moscoso, o quizá mal interpretada, en la que se ordenaba a Moscoso acudir con su destacamento a la laguna Blanca, fin de hacer notar la presencia boliviana, exclusivamente. Sólo que se note la presencia de Bolivia en el sector occidental de la laguna, no en el lado oriental, ocupado por fuerza paraguaya; únicamente como exploraciones, a fin de no entorpecer las negociaciones de Washington.
Según Moscoso, la orden fue de ocupar, no de observar y explorar, en tal sentido el Mayor Moscoso atacó la laguna, la tomó al asalto, poniendo en fuga a las fuerzas paraguayas, bautizándola como laguna Chuquisaca el 16 de junio de l932. Como protesta por la captura de laguna Chuquisaca, Paraguay abandonó las negociaciones de paz en Washington.
Tal fue el inicio de la Guerra con el Paraguay.
En julio, los paraguayos llamaron a sus reservas, y prepararon hasta medio mes 12.000 hombres pertrechados, y ordenaron el 8 de agosto la retoma del fortín Boquerón.
Así comenzó la mayor epopeya épica boliviana.
Tomada en dos oportunidades, Boquerón significa el valor de los soldados bolivianos; en la última retoma murió su comandante, el Teniente Coronel Luis Emilio Aguirre, tomando el mando el Teniente Coronel Manuel Marzana.
El fortín Boquerón contaba con una guarnición de 448 hombres, que llegaron a sumar 600 efectivos bolivianos, siendo atacados por 9.000 hombres del ejército paraguayo, que más tarde sumaron 11.500 hombres.
El 9 de septiembre de 1932, el General Carlos Quintanilla envió el siguiente parte al Jefe de Estado Mayor: “Madrugada hoy, numerosas tropas enemigas iniciaron ataque Boquerón. Este momento sigue combate, todas disposiciones tomadas”.
El 10 de septiembre, el Coronel Osorio envió este cifrado a Comando Ingavi: “Nuestras tropas después de 15 horas combate, rechazaron ataque de más de 2.000 paraguayos Boquerón”.
Después de 4 días de violenta acometida, las pérdidas paraguayas llegaron a 3.000 bajas, iniciándose el sitio de hierro al Fortín. Después de sufrir un sitio de 23 días, resistiendo oleadas de ataques enemigos, al final con poca munición, sin alimentos y menos agua, a través de las siguientes cifras se puede constatar el empuje y el valor de las tropas bolivianas.
Las bajas del ejército paraguayo en el asedio fueron de 4.500 muertos y 8.000 heridos; las bajas de los héroes del fortín Boquerón fueron de 6 oficiales y 61 soldados.
El heroísmo de las tropas bolivianas de Boquerón junto a sus oficiales, y el comando del Teniente Coronel Manuel Marzana, sólo es comparable a los grandes hechos guerreros de la historia de la humanidad.
Sin embargo Boquerón significa el valor, coraje, resistencia, patriotismo del combatiente boliviano, siendo admirado en toda la América y Europa.
En plena guerra, un diario de Buenos Aires, en su editorial decía: “En Boquerón están escribiendo unos pocos soldados bolivianos, la más bella página del heroísmo americano. Contados centenares de hombres luchan desde hace quince días no solamente contra enemigos mucho más numerosos, sino contra el hambre y la sed que les han impuesto los sitiadores. Antes que rendirse prefieren la muerte”.
Marzana no se rindió, pidió una capitulación.
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