Ajustarse los cinturones

Como habrán comprobado mis lectores, mi fiel reportera Macacha se ha convertido en una de las más entusiastas portavoces del Presidente Vitalicio, a quien no le pierde pisada, pues si éste aparece un día en Cuba y al otro en Cochabamba, ella está cerca de nuestro folclórico mandatario con aires de monarca. Por eso no me sorprendió que la cholita llegase a mi oficina periodística para informarme que se nos anunciaba días de pobreza y de estrecheces porque las vacas gordas ya no nos darían leche sino pena.

Comenzó la bambina cochabambina por informarme que el presidente Evo había anunciado en Pando que la crisis había llegado a nuestro país y que los bolivianos tendríamos que ajustarnos los cinturones, aunque él habló de “amarrarnos”, que para el caso es lo mismo. Lo primero que se me ocurrió decirle a mi comadritay fue: “Espero que la época de las vacas flacas sea para todos, sin excepciones, pues no estaría bien que él, Álvaro y sus colaboradores palaciegos siguieran engordando mientras los demás tengamos que sufrir penurias económicas”.

De pronto, la cholita me sentó en una silla y me dijo que iniciaría ante mí un desfile para que yo viese y apreciase su silueta al iniciarse la crisis que comenzó oficialmente por la declaración presidencial, decisión que aplaudí frenéticamente. Como ella es un cholita pudorosa, no se despojó de su vestimenta y me dijo que desfilaría ante mí luciendo sus polleras, su manta de seda y su sombrero Borsalino, además de sus mankanchas y otras prendas.

Iniciando su desfile, declaró ante mí que sus medidas son casi perfectas para Cochabamba, pues son 90-60-90, aunque temía que esta crisis que ya comenzó alterase sus dimensiones corporales. Al concluir su breve y virtuoso desfile me manifestó que el Fiscal General del Estado y el Contralor deberían registrar ahora las medidas corporales de los hombres y mujeres más importantes del Gobierno para controlar los efectos de la crisis, para que el pueblo pudiera comprobar si la clase gobernante se ajustó o amarró los cinturones, como instruyó el presidente Evo, quien en diez años de gobierno ha engordado visiblemente a pesar de sus prácticas futbolísticas casi cotidianas.

La cholita periodista me aseguró que ella adelgazará en esta época de crisis que por vez primera admite el mandatario, aunque su Ministro Blindado permanece inamovible en sus decisiones y continúa sosteniendo que vivimos en el mejor de los mundos.

Cuando dije a mi corresponsal en el Palacio de Gobierno, que las vacas flacas no ingresarían a un lugar tan privilegiado, ella tuvo que admitir que el engreído mandatario no se “amarrará los pantalones”, pero que no faltará algún “llunku” que se los amarre, al igual que lo hizo quien le amarra los cordones de sus zapatos.