Lo acontecido en los últimos años en Bolivia no es casual, fue y es hechura de los neo y para indígenas que, honrando el modelo capitalista (movido por ciclos), hicieron lo posible mediante un disloque histórico (léase caos, desbarajuste, abuso político) para lograr sus intereses de casta (antes, clase social), generando una anomia que desesperó a los bolivianos. Para ello, los gobiernos tradicionales debían cumplir la tarea (proimperial) de crear una “anomia” y así abrir camino a la alternativa que, casualmente, benefició a Evo Morales Aima y Álvaro García Linera (ausentes en las jornadas de febrero y octubre).
Es más, el indianismo “pensó” la necesidad de otro, y así “apropiarse” de la elaboración de una CPE, para que una vez en el Poder ensayar “su” modelo socialista que en su 1er. ciclo fue beneficiado con un auge y crecimiento económico acelerado que -al parecer- no lo supieron aprovechar, por lo que se avizora un 2do. ciclo de inestabilidad y crisis que el Poder debe enfrentar. Por ello, a meses del 3er. mandato y -a cuatro años de las elecciones de 2019-, Evo Morales Aima se desespera por su reelección o “repostulación”.
Con un somero acercamiento a los 10 años de Gobierno, se colige que el soberano (desesperado por una alternativa) confió en el MAS, cuya principal tarea era promover un desarrollo económico que -a decir de Johan Maynard Keynes- tuviera la capacidad de crear riqueza para promover y mantener la prosperidad y bienestar económico y social, valorando y preservando el medio ambiente en Bolivia. El soberano los hizo garantes de los derechos bolivianos: justicia social, educación, salud, vivienda, seguridad ciudadana y, sobre todo, trabajo, cuyos resultados no coinciden con ese mandato.
Hay serios rasgos de clientelismo, prebenda, nepotismo, tráfico de influencias y sobre todo corrupción; por donde se mire la ausencia del estado de derecho es latente. Y es que las soluciones a los problemas de desigualdad no pasan por escribir nuevas constituciones, leyes, etc., como lo prevé Francis Fukuyama.
Ahora, otro disloque arremete: una reforma parcial o total de la CPE que por la recurrencia mediática, ya es un hecho. El “celo” y la “seguridad” de los denominados movimientos sociales que avalan esta “propuesta” me permite suponer un fraude sin precedentes. Los neo y para indígenas 1) tienen los 2/3 de la Asamblea legislativa. 2) Pueden generar una “confusión” (deliberada) en el diseño de la propuesta, ya que la misma -probablemente- irá “casada” con otras ofertas para votar en “combo”. 3) Un Tribunal Supremo Electoral que por su rasgo funcional al partido de gobierno “desprecia” el documento (confidencial) de la Organización de Estados Americanos respecto a las debilidades del Padrón electoral. 4) La reforma puede incluir una “reelección indefinida”.
Por ello y más, hasta 2019 los “candidatos” oficiales –ante la raquítica oposición- tienen la oportunidad de “corregir” su administración del Poder en beneficio de todos los bolivianos (urbano y rural). El MAS tiene la oportunidad de abrirse a la alternancia con esa “nueva camada de dirigentes al cual alude Sonia Brito (MAS) y “demostrar” que el pueblo, todavía, confía en ese partido. Corregir el error de “meter” a todos en el mismo saco: clases, etnias, segmentos. Superar la escisión entre “malos” (descontentos) y “buenos” (llunkus). Derogar la Ley (política) 045 que “censura” la palabra que interpela caprichos y abusos oficiales. En fin, demostrar que es posible un modelo económico no extractivo.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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