Acerca de la Revolución Universitaria de 1970

Hace algunas semanas un matutino publicó el artículo dominical denominado “Origen del Cogobierno: La Revolución Universitaria de 1970”, texto por demás desorientado sobre las etapas universitarias del país y sus desenlaces políticos, incurriendo en una serie de inexactitudes en el supuesto de que es posible “vender gato por liebre”.

La Universidad Tomás Frías de Potosí había optado por el cogobierno docente-estudiantil en 1953 y la de San Andrés, a su vez, en 1954, en la también llamada Revolución Universitaria de ese mismo año, más conocida como intervención del gobierno Paz Estenssoro. Antes de ese acontecimiento el sector estudiantil estaba representado por un tercio en el Consejo Universitario, siendo arbitrario decir que ese sistema sea una “conquista” lograda en 1970. El articulista escribe a través de los relatos del señor Alfonso Velarde -a quien no conozco- que habría actuado en la revuelta universitaria de 1970. Dicha versión se muestra militante de una posición de “avanzada” izquierdista, utilizando los adjetivos propios de esa tendencia. Abstrae una serie de antecedentes como la arremetida movi-cobista (la COB nació hija de la Revolución de 1952) contra la Autonomía Universitaria, a nivel nacional. Esa toma de la Universidad expulsó a casi la totalidad de docentes motejados de “derechistas” y la violencia armada intervencionista cobró la vida de un universitario en San Francisco Xavier de Sucre, además de una veintena de heridos. La inmediata reacción de los universitarios significó el rotundo fracaso de la intervención, aprestándose a la defensa intransigente de la Autonomía.

Tampoco es cierto que el gobierno de Barrientos en 1964 diera lugar “a la ocupación de la universidad por parte de la derecha” y la masonería. El plantel de las diversas facultades se componía entonces de docentes de distintas credos ideológicos, posiblemente una mayoría independiente, ya que por aquellos años (1940-1970) el grado de politización docente era mínimo. Tan es así que el jefe del Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR), don José Antonio Arze, era decano de Filosofía y Letras. En cuanto a la masonería, siempre tuvo y tiene presencia en todos los ámbitos, sin dejar de lado las universidades, sea para bien, sea para mal. El barrientismo nada tuvo que ver al interior de las universidades.

El relato obvia hechos protagónicos liderados por los universitarios, que van quedando en el olvido al paso del tiempo. Reconquistada la Autonomía que data del Referéndum de 1930, el “doble sexenio” del MNR tuvo que confrontar con las Universidades, instituciones a las que asedió económicamente, además que en su animadversión creó una universidad paralela, con el nombre de Instituto Tecnológico Boliviano (ITB).

Reelecto el presidente Paz Estenssoro, en solitario y en medio de la abstención de todos los partidos políticos, en un acto de tintes fraudulentos, las circunstancias intensificaron la resistencia del universitariado contra el prorroguismo y la subsistencia del régimen de terror y de atentados a los derechos humanos. El 29 de octubre de 1964, la UMSA sufrió el ataque de milicianos y efectivos del Ejército que a balazos trucidaban el monoblock por los cuatro costados. Este acto cobarde que pisoteaba la Autonomía, concluyó con el apresamiento de más de mil estudiantes, señoritas y varones, junto a toda la dirigencia de la FUL y la CUB. Por el rescate de cada estudiante, el Control Político no se detuvo en exigir el pago de mil bolivianos, suma crecida en esos tiempos.

La rebelión estudiantil fue el preámbulo del derrocamiento de Paz Estensoro, produciéndose el encumbramiento del Gral. Barrientos, quien se había alzado en Cochabamba junto a sectores militares. En estas jornadas que podrían llamarse épicas, de 12 años, destacó la juventud de FSB y su conducción de los organismos estudiantiles fue indiscutible. A la caída del MNR, el ITB fue revertido a la Facultad de Ingeniería, un céntrico caserón que oficiaba de tétrica sede del tristemente célebre Control Político fue incorporado al patrimonio universitario y se dictaron algunas medidas de alivio al estrangulamiento financiero que agobiaba a las Universidades. Los organismos de dirección universitaria mantuvieron su independencia frente al nuevo Gobierno.

Después de algunos años, el trotskismo afincado en la Facultad de Derecho aventó paradójicamente al decano marxista Alipio Valencia Vega y como le resultó fácil el hecho se dio impulso para deponer al rector Carlos Terrazas Torres el 24 de marzo de 1970, catedrático de Derecho Civil, y no en abril de ese año como reza el artículo. No es evidente que algún conflicto personal entre dichos docentes ocasionara el conflicto. Consumada la toma del rectorado, el movimiento apeló a titularse “revolucionario y antiimperialista”, pero la Universidad, como tal, no asumió tan pretendida posición, aunque se procediera a expulsar a una buena parte del plantel docente. Razia común a cuantas “revoluciones” conocen las Casas Superiores de Estudio del país. El movimiento estudiantil liderado en esa época en París, en lo operativo por Cohen Vendit, y en lo teórico por Jacques Maritain, era prácticamente desconocido al interior de nuestras universidades, modelo además difícilmente imitable por su contexto intrínseco.

Se dice que la algarada planteó una Universidad Popular, ya experimentada en 1954 por los intervencionistas movi-cobistas, llamada Universidad Tupak Katari, proyecto que a poco fracasó por falta de interés y de alumnos.