“Hay poca conciencia del pecado, pareciera que ya no existe”, se lamenta el padre Sabino Colque, Vicerrector de Formación Ignaciana de la Universidad Loyola, para referirse a lo que acontece en la actualidad, cuando “el afán de tener mucho nos hace perder el horizonte, se cae en la espiral creciente de tener y tener, lo que nos lleva a situaciones harto delicadas, y todo por la ambición y codicia” agrega. Anota el religioso que “cuando uno tiene mucho, cree que lo puede todo, piensa que puede comprar todo y a todos, incluso las voluntades del juez, fiscal, policía, el funcionario público y otros, aunque eso de comprar es pura ilusión, porque al final nada se compra”.
No deja de tener razón el padre Sabino, al advertir lo que viene sucediendo hoy en la sociedad, hechos en los cuales, de un modo u otro, todos tienen su cuota parte, por cuanto la soberbia y avaricia, que son pecados, nos hacen incurrir en acciones equivocadas y reprochables. “La soberbia, subraya, hace que se piense que el único que vale es uno, sólo uno, y por consiguiente éste puede mirar juzgando y condenando a los demás, cuando no tiene que ser así, pues al necesitar el ser humano de otro, siempre es dependiente, y esa es su pobreza”, reflexiona.
Ante esa serie de situaciones anómalas que se presentan en el devenir actual, no está por demás señalar que, efectivamente, como dice esta autoridad universitaria, pareciese que todo ello no significa gran cosa, dándose el caso que nada vale el reproche público, que en consecuencia no se está pecando, y que por el contrario tales acciones sólo serían “normales”.
Frente a ello, incide en que sólo la pobreza nos lleva a la humildad, y que ésta nos conduce a la libertad, “entendiéndose por libertad verdadera el vivir con lo que se es, y lo que se tiene”. El tener, cuando se hace obsesión, nos empuja a caer en problemas, ya mencionados anteriormente, cuyo fruto, el dinero mal habido, nos esclaviza, afirma con seguridad, para acotar que “la pobreza, la bandera de Cristo, es aceptar lo que somos, finitos, limitados, dependientes, y hay que consentir todo ello, refiriéndose al ser. De ahí que se debe estar en la vida en permanente vigilancia, para evitar caer en el pecado, el cual existe”, enfatiza.
A no dudarlo, el padre Sabino Colque es puntual al formular tales advertencias que debieran ser recibidas precisamente con humildad, ya que hacer ostentación de lo mal habido, cierto que es un mayúsculo pecado, el cual, sin embargo, según el criterio de quienes incurren en esas acciones ilícitas, viene a constituirse nada más que en una “avivada”, totalmente censurable, claro está. ¿Que el pecado ya no existe? A cada uno, por supuesto, le corresponde lidiar con su conciencia.
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