Cambiar o ahogarse en la soberbia

El voto mayoritario del NO en el referéndum autonómico es un claro indicador de que la ciudadanía espera que el Gobierno introduzca cambios importantes en su gestión, a la vez rechazar el propósito de Evo Morales, de pretender una nueva reelección, esta vez nada menos que por dos periodos más, o sea hasta 2030.

Las acciones ilegales y antidemocráticas que adoptó el régimen para efectivizar el referéndum por los estatutos autonómicos, en cinco departamentos, indujeron a que la reacción ciudadana se pusiera de manifiesto masivamente, algo que jamás antes se produjo en ocasiones parecidas.

En cuanto a la re reelección, el pronunciamiento en las urnas fue anticipadamente contrario. Cuando partidarios del MAS presentaron a la Asamblea Legislativa el proyecto de ley para que la apruebe, se anticipó que se convocaría a un referéndum que ratifique la decisión de la mayoría oficialista en el Parlamento.

Sin embargo, la ciudadanía anticipó en el referéndum del domingo su desacuerdo con tales intenciones. Sería un grueso error político desestimar o ignorar ello. Pero si la soberbia se impone y de todas maneras se insiste en la idea, cuidado con el riesgo a correrse.

Porque, de producirse esa consulta y terminar con un resultado igualmente adverso, comprometería la estabilidad de la actual gestión de gobierno. ¿Qué argumento tendría Morales para permanecer en el poder hasta concluir su actual gestión, si en forma reiterada se niega apoyo a sus propuestas?

A fin de no convulsionar más al país, mejor será realizar ajustes en la administración vigente. En el orden político, es hora de acabar con los antagonismos y polarizaciones que no hacen más que dañar la buena salud de la familia boliviana.

Morales, en los discursos que pronuncia en los actos de posesión para sus nuevas gestiones, reiteradamente habla de pacificar al país, pero esto nunca cumple, por lo que se trata de simples eufemismos.

En materia económica, es urgente poner punto final a los despilfarros y derroches en el gasto público. A la inversa, debe prevalecer la austeridad en todos los sectores administrativos, dando ejemplo el propio presidente Morales. Basta de recurrir a la publicidad para seguir falseando la realidad, pues resulta ofensivo suponer que los bolivianos son un rebaño de tontos e ignorantes a los que se les puede hacer “tragar sapos”, como expresaba un eminente político del pasado reciente.

Otro tema que desprestigia al gobierno del MAS es el de los escándalos que promueven sus partidarios con frecuentes delitos de corrupción. Por delitos menores se encarcela a gente modesta, pero los autores y encubridores de grandes estafas, como en el caso del Fondo Indígena, siguen en libertad o se les abre juicios aparentes.

Que se diga que el voto por el NO representa el “apego” ciudadano al Estado centralista, aparte de ser una grosería es un insulto a la inteligencia de los bolivianos. Es como tratar de dar la vuelta a la tortilla, con ínfulas de prestidigitador.

Contrariamente a aquella afirmación, el voto por el NO ha sido contra un mayor centralismo estatal, puesto que los referéndums lo que disponen es más centralismo. La prueba es que éstos disponen que los ingresos de los departamentos pasen al Presupuesto General, para que por medio de este instrumento se haga las asignaciones de fondos a las Gobernaciones, al gusto y capricho de las conveniencias oficialistas. El caso más ilustrativo de esto es el trato que recibe Santa Cruz en la administración de sus fondos.

A propósito, en estos días, el Papa Francisco que visitó Cuba y ahora se halla en Estados Unidos, tuvo dos frases muy expresivas de la sabiduría y talento al que nos tiene acostumbrados, desde que ascendió al podio del Vaticano.

En respuesta a la pregunta que le hizo un estudiante cubano en una teleconferencia, sobre liderazgo, el Pontífice dijo: “Te diré algo, un buen líder es aquel que es capaz de generar otros líderes. Si un líder quiere sostener su liderazgo, es un tirano”.

Su otro pensamiento, el Papa Francisco lo expuso en estos términos: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Esta fue una alusión al ejercicio del poder, que en su concepto es para servir, lo que también permite entender que no es para disfrutarlo, sino demostrar que la vida se justifica cuando es útil a favor de los demás.