Cuando la Corte Internacional de Justicia emitirá en La Haya su fallo preliminar, para determinar si tiene competencia o no en relación con nuestra demanda marítima, es preciso advertir que la resolución final será de larga espera. Por otra parte, Chile nos ha mantenido más de cien años con promesas de reivindicación. Ahora continúa con la cínica mentira de que Bolivia ha infringido el Tratado de 1904.
Pero ese funesto tratado fue impuesto a Bolivia con perfidia, porque el país vecino ambicionaba los ingentes recursos que poseía el Litoral boliviano, como la mina de cobre más grande del mundo, de Chuquicamata en Calama. Desde 1879 se mantiene esa detentación, cuya producción sostiene en grande medida la economía chilena. Esta aberración del despojo perdura después de más de un siglo.
Además recordamos que Bolivia pasó por trances difíciles durante la Guerra del Chaco (1932-1935), cuando los puertos de Arica y Antofagasta fueron cerrados y no dejaron pasar abastecimientos para el Ejército boliviano. Y en 1952 los minerales de exportación bolivianos fueron embargados por el Estado chileno.
Estos desmanes y el despojo de nuestro Litoral obligaron a Bolivia a habilitar el ferrocarril eléctrico La Paz-El Alto y trenes con locomotoras a vapor inglesas y americanas para la ruta El Alto - Viacha -Tiahuanacu - Guaqui. Desde este puerto las cargas de importación y exportación atravesaron el lago Titicaca con dirección a Puno, Mollendo y Matarani. Este servicio de transporte por el Perú hacia el océano Pacífico fue tan eficiente que seguramente despertó el celo y la avaricia del vecino, para mover su quinta columna y políticos de la anti patria que tramaron, desmantelaron e hicieron desaparecer el ferrocarril que era de estratégica importancia.
Ahora en Guaqui se ve dos destartalados “donkeys”, las rieles semi enterradas, la gran maestranza, que ocupaba 300 trabajadores, abandonada, así como la jefatura de estación y la oficina de telégrafos que comunicaba con el Perú están vacíos. Los grandes almacenes a donde llegaba el trigo, han sido convertidos en museo.
Las locomotoras con los números del 4 al 10 han desaparecido, junto a las herramientas y equipamiento de las maestranzas de Guaqui y Pura Pura.
Parece una desgracia para Bolivia, porque toda la carga de importación y exportación ha sido trasladada a Arica, Antofagasta e Iquique, a costa de hacer desaparecer el F.C. Guaqui, sin considerar que sirvió al país por más de 80 años.
Ahora nos referiremos a la privación de salida al mar. Como sabemos, la Cancillería chilena está impregnada de los dogmas de Diego Portales, Abraham Koenig y Augusto Pinochet. Recordamos que el primero dijo: “La formación de la Confederación Perú - Boliviana es un peligro para Chile, debemos destruirlo”. El segundo expresó: “Que el Litoral es rico y que vale muchos millones eso ya lo sabíamos. Lo guardamos porque vale, que si nada valiera no habría interés en su conservación”. Mientras que Pinochet ofreció una costa brava y casi inabordable a cambio de canje territorial o el lago Titicaca.
Desde la fundación de la República, Bolivia ha sufrido el asedio constante del vecino, que siempre ha presionado mediante trabas y exacciones a nuestro comercio que pasa por los puertos detentados. Chile continúa ganando tiempo, para que perdure el encierro boliviano, ya que da grandes réditos al invasor.
En relación con este problema que atinge a toda la nacionalidad, tendremos que mantener y aumentar nuestro tránsito por los puertos del Perú. Precisamente deberíamos dar prioridad a la construcción de la carretera La Paz - Viacha - Tacna. Tanto hablamos del enclaustramiento, pero es censurable la tardanza de años en la construcción de esa vía, que es imprescindible para acabar con la servidumbre que nos ha impuesto el “buen vecino”.
Buscando medidas en ese sentido, se puede construir el Ferrocarril Viacha – Guaqui - Desaguadero - Puno, empalmando con el Ferrocarril del Sur del Perú, para la ruta Puno - Matarani - Mollendo.
El genuino pueblo chileno proclama “Mar para Bolivia” y tendremos que hacer conocer a las nuevas generaciones la injusticia que separa a dos pueblos hermanos, ya que sólo por ambición y egolatría se ha dejado sin mar a la Patria boliviana.
Que la Corte Internacional de Justicia de La Haya siembre justicia y paz en estas tierras benditas.
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