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La decisión que acaba de anunciar la CIJ representa el mayor logro diplomático boliviano en su casi sesquicentenario litigio con Chile, una de las fuentes mayores de inestabilidad en las relaciones interamericanas. La decisión de la Corte equivale a dictaminar que la cancha es apta para jugar. El escenario había sido objetado por Chile y el partido quedó interrumpido. Tras el dictamen (14-2) el juego debe ahora continuar. Como en los preparativos para una final, el empeño de cada contendor determinará el resultado del encuentro.
La ¨cuestión marítima¨ es el único tema que sin reservas une a los bolivianos y el abordaje que dispuso el gobierno del presidente Morales es el más exitoso al cabo de frustraciones recurrentes a lo largo de décadas desde la guerra de 1879.
Los analistas coinciden en que el logro ha sido mayúsculo, una confirmación de la validez de la estrategia seguida para encarar el problema. El impacto de la decisión puede ser medido en las primeras reacciones de las autoridades de las dos naciones. El presidente Morales celebró la decisión con el júbilo de quien asegura que “el cielo es el límite”, contrastante con el “Bolivia no ha ganado nada” que manifestó la presidente Bachelet.
El desdén de la presidente ha sido visto como una expresión de la magnitud del traspié de la diplomacia chilena, que apostaba a liquidar la disputa de entrada, sin llegar a tratar el problema. Horas después, la mandataria vecina desestimó una reunión con el presidente Morales en el marco de la Asamblea General de la ONU, donde las dos autoridades estuvieron el fin de semana.
Nada anticipa un retorno a las relaciones idílicas que un tiempo tuvieron los dos mandatarios ni a la “diplomacia de los pueblos” que se presume que representaron. Todos hacen notar que lo ocurrido con el pleito en los últimos años exhibe la fragilidad de las relaciones forjadas en ideologías. Ensayistas contemporáneos (Fernando Salazar Paredes y Marcelo Ostria Trigo, con “Bolivia y Chile: Desatando Nudos” y “Temas de la Mediterraneidad”) reflejan el error de confundir ideologías con intereses.
Un diplomático con tránsito intenso por las capitales principales de la región hizo notar la trascendencia que la decisión ha tenido para Bolivia al señalar en sus párrafos iniciales los antecedentes históricos que el país suele presentar para alegar la magnitud de la pérdida que sufrió al ceder toda su costa sobre el Pacífico.
Economistas nacionales y extranjeros calculan que solo la pérdida del acceso marítimo puede haber costado a Bolivia un punto porcentual de su crecimiento económico medido anualmente. Bajo esos cálculos, proyectados a lo largo de un siglo, el volumen de la economía boliviana estaría estos días en una escala de 2-1 respecto al nivel del de Chile. La proporción actual es 8-1 a favor de nuestro vecino.
Concluido el incidente sobre la competencia de la Corte, algunos analistas empiezan a leer la decisión con más cuidado. La diplomática Karen Longaric destacó en un análisis, en un periódico de la ciudad de La Paz, que a la Corte no le correspondería predeterminar el resultado de cualquier negociación que pudiese darse entre los dos países. El resultado dependerá solo de los directos involucrados, Bolivia y Chile.
El catedrático de Relaciones Internacionales en varios centros académicos de Santa Cruz, Antonio Mariaca, precisó que el destino de los dos países es negociar cara a cara en torno a la situación surgida en 1879. “Con La Haya o sin La Haya, dijo, Chile y Bolivia deberán en algún momento sentarse alrededor de una mesa y conversar”.
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