Menor ingreso por IDH afecta a tres entidades

La menor percepción por exportaciones de gas a la Argentina y al Brasil, forzosamente tenía que afectar a los tres beneficiarios inmediatos del IDH, como son las gobernaciones, alcaldías y universidades estatales. Quienes son autoridades de las mismas, lamentan que no recibirán los montos que, en los últimos años, han provisto de fondos a sus arcas y les ha permitido cubrir sobradamente sus presupuestos.

Prefecturas (hoy gobernaciones), alcaldías y universidades, antes del IDH han sufrido permanentes falencias en sus ingresos y han sido entidades de reclamo permanente a los gobiernos para que, mediante las arcas nacionales, se les provea de los dineros necesarios para cumplir con los gastos que demandaban su funcionamiento y, en casos, para algunas inversiones. La falta de dinero hizo que, muchas veces, se considere incapaces o poco responsables a sus autoridades; pero la realidad es que cuando hay dinero, hasta los “más ineptos pueden realizar algo”; en cambio, cuando no hay dinero, hasta los más capaces e inteligentes poco o nada pueden hacer.

Hoy, ante las perspectivas sombrías que ven gobernaciones, alcaldías y universidades estatales, no saben qué hacer ni a qué recurrir; pero como siempre ocurre en situaciones críticas, parece que recurrirán a los préstamos que entidades internacionales y bancos comerciales están en disposición de hacerles. La verdad es que, efectivamente, muchos préstamos pueden suplir las falencias existentes, pero son contraproducentes porque su contratación implica pago de intereses y hasta comisiones con montos que si bien solucionan provisional o momentáneamente los problemas, resultan ser una carga a los presupuestos, porque se trata de dinero que podría cubrir muchas partidas presupuestarias en lugar de pagar intereses y comisiones y, tal vez, otro tipo de gabelas. Pese a todo el Gobierno estaría dispuesto a usar parte de las reservas para solventar gastos de las entidades respectivas.

En todo caso, parecería que ninguna de estas entidades habría tomado en cuenta que pueden suplir las falencias con políticas austeras en los gastos: gobernaciones y alcaldías pueden reprimirse de aumentar burocracias que, en su mayoría, son inservibles e innecesarias y encarar los problemas sólo con personal más capaz y que tenga muchos años de experiencia. Algo similar tiene que ocurrir con las universidades; es decir, ser austeras en los gastos, evitando nuevas contrataciones de personal, previo despido de algunos que demandan y con razón, el pago de beneficios sociales por años de servicio. Universidades que pueden reclamar o cobrar participación en impuestos que tienen fijados por ley. Finalmente, pueden y deben evitar gastos prescindibles, viajes de comisiones y autoridades universitarias, ahorros en la adquisición de inmuebles, muebles, vituallas y otros que no se requiere con urgencia.

Si las tres entidades practican políticas conforme a las pocas posibilidades financieras, podrán superar los problemas; pero si siguen con las mismas políticas del inmediato pasado, con seguridad enfrentarán conflictos que se traducirán en demandas al Gobierno.