La ciudadanía boliviana, a un año de la ocupación de nuestro territorio costero, ya advertía que el usurpador se enriquecía con todo lo que nos arrebató, mediante la salvaje invasión de 1879.
“Continuará (Chile) siendo industrial con nuestras minas de cobre y plata, capitalista con nuestros salitres, financista con el guano de nuestras costas”, señala, a propósito, el manifiesto que suscribieron Ladislao Cabrera, Julio Méndez, José E. de Guerra y Carlos Bravo, el 10 de julio de 1880 (Betty Jordán de Albarracín: “Documentos para una historia del derecho constitucional boliviano”, 1978, pág. 110).
Ahora, a fin de no perder el dominio en los 158.000 Km2 de territorio y 400 Km de costa sobre el Pacífico, que nos ha usurpado, empleando la fuerza, hace más de cien años, se ha aferrado, con dientes y uñas, al Tratado de 1904, cuyo contenido refrenda el encierro geográfico boliviano, tema que es objeto de litigio, actualmente, en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Podemos decir, como nuestros antecesores, que Chile ha salido de la pobreza con la riqueza del Litoral boliviano.
“Poco antes de que Chile iniciase su agresión armada contra Bolivia, ese país se hallaba atravesando por una de las etapas económicas más críticas de su historia. Sus fuentes de producción y de abastecimiento eran nulas o estaban prácticamente exhaustas”, anota Jorge Escobari Cusicanqui en su “Historia Diplomática de Bolivia (Política Internacional)”, editada en 1975, página 79.
Bolivia es un reservorio de recursos naturales renovables y no renovables. La exuberancia de su riqueza mineralógica, hidrocarburífera y agrícola se halla dispersa en altiplano, valles y trópico, del territorio nacional. Esta realidad ha despertado, hoy como ayer, la codicia de países vecinos y de ciertas potencias con hegemonía política mundial. E inclusive pensaron distribuir el territorio patrio, bajo el siniestro plan de polonización, entre los países vecinos que nos circundan. Pero la unidad nacional desbarató ese nefasto propósito.
El invasor de 1879, no satisfecho con todo lo que ha saqueado del territorio costero boliviano durante más de un siglo, exigirá, tarde o temprano, una compensación territorial, a cambio de cedernos una salida al Pacífico. Es que Chile jamás tendrá una actitud altruista. Por ello los bolivianos debemos estar preparados para aceptar cualquier reto imprevisto. Empero el conjunto nacional ya se manifestó, hace rato, en contra toda insinuación de trueque o compensación territorial.
“Por qué no considerar la posibilidad de un canje territorial mutuamente aceptable, por ejemplo”, sugirió el dirigente chileno por el Partido Progresista, Marco Enríquez – Ominami (El Diario, 4 de abril de 2013).
Esta afirmación ratifica nuestras anteriores aseveraciones. Bolivia no debe perder la esperanza de recuperar su soberanía en el Pacífico. Tarde o temprano, con el concurso de las generaciones del presente o del futuro, llegará a un entendimiento, bilateral, en relación con el centenario enclaustramiento. Entonces resurgirá el sol de la justicia, permitiendo la pacificación boliviano – chilena. Permitiendo la reconciliación que generará signos de amistad y mutua cooperación.
En suma: Bolivia, tarde o temprano, recuperará su soberanía en el Pacífico.
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