La trágica situación de Venezuela

Lo que ocurra en cualquiera de los países de nuestro continente, duele a la comunidad latinoamericana; cobran especial y mayor dureza los males por los que atraviesa el pueblo venezolano por ser Venezuela la patria del Libertador Simón Bolívar que supo de gobernar, actuar con conciencia de país, ser honesto y responsable, engrandecer los valores de su tierra y honrarla en todo momento.

Venezuela, con la dictadura ejercitada por el señor Hugo Chávez y seguida por el actual Presidente, sufre la crisis mayor de su existencia hasta el extremo de no producir lo que necesita, de contar con una moneda débil, ya que el proceso hiperinflacionario dejó a su economía por los suelos, al mantener una cotización del dólar en 6,3 bolívares cuando en el mercado paralelo se lo vende a casi 600 bolívares. Es un país que no puede fabricar ni el papel higiénico que necesita su población; un pueblo necesitado de que alguien administre el Estado, porque el Gobierno demuestra inutilidad en todos sus actos.

Venezuela duele a Latinoamérica, como seguramente amarga al resto del mundo que se conduele porque no puede entender cómo un país que es gran productor de petróleo y dueño de miles de gasolineras en el mundo, con ingresos que sobrepasan los 100 millones de dólares diarios, no puede superar un proceso hiperinflacionario, el mayor de su historia, tan sólo por la incapacidad de quien, prácticamente, se ha convertido en dictador y hasta tirano de su país, tan solo por seguir con las políticas impuestas con base en el castrismo y del comunismo soviético ya periclitado a finales de 1989.

Venezuela es la muestra más dramática y terminante del fracaso del socialismo de extrema izquierda; es muestra, además, de que no hay, ni hubo políticas más negativas que las impuestas por totalitarismos que sólo ven y cuidan intereses subalternos, alejados totalmente de las conveniencias de un pueblo noble que siempre es merecedor de lo mejor; un pueblo que ha sufrido y acrecienta hoy sus dificultades por causa de regímenes que no han sabido seguir las enseñanzas y lecciones de Bolívar ni de grandes dignatarios, pensadores e intelectuales que han sentido a su país como la madre que merece ser amada y respetada en todo sentido y todo instante de la vida.

El gobierno del señor Maduro, dizque para paliar la crisis, ha creado tipos de cambios del dólar más altos al llamado oficial de 6,3 bolívares, tan “solo para algunas importaciones”; así, con simples pretextos o juegos con los tipos de cambio, cree el régimen tiránico que puede paliar una crisis que lleva al pueblo a la desesperación, aunque cuenta con una oposición que, por débil y disgregada de los objetivos supremos del país, no puede hacer nada y se sume en las profundidades de la resignación y también persiste en la esperanza de que todo cambie; entretanto, los pueblos latinoamericanos viven pendientes de una tragedia que no merece ningún país.