Si no fuese porque readquirió algo de actualidad la vieja “ley del valor” de Marx con el intento de desarrollar la teoría del “Socialismo del Siglo XXI”, por Heinz Dieterich cuando fungía como asesor del gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez de Venezuela, parecería una pérdida de tiempo abocarse al tema. Además el fracaso del socialismo comunista, en la ex-URSS y en la práctica, deriva, precisamente, de esta equivocada teoría.
¿Cuál es la teoría de Marx? Lo único que crea valor (riqueza) es el trabajo manual del obrero, no cualquier trabajo. Todos los demás factores productivos, incluyendo el trabajo no obrero, lo que hacen es transferir su valor en lo que producen, pero no crean algo adicional. Lo adicional, que es el “plus producto”, lo crea solamente el obrero, siendo el capitalista el que se apropia indebidamente. Todos los factores productivos reciben lo que les corresponde al momento de recibir su pago por parte de la empresa, con excepción del obrero.
La teoría de creación de riqueza de Marx es una falacia, más aun en el mundo actual donde el 70% de la producción mundial corresponde al sector de servicios. Pregúntele a un profesional de cualquier rubro si su trabajo no aporta en la creación de riqueza en la empresa donde trabaja. A ver si alguien le responde afirmativamente. En verdad, todos los participantes en el proceso productivo contribuyen a la creación de riqueza.
Heinz Dieterich, de nacionalidad alemana, no pasaría de ser uno de los tantos profesores más de la Universidad Autónoma de México, sino se hubiese convertido en el asesor ideológico del comandante Chávez, situación desde la cual (re)escribió un libro que lo tituló “Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI” (Venezuela, 2005), que luego de laudatoriamente dedicarle algunos párrafos adulones al fallecido presidente Chávez, en su primer capítulo -y en su último-, a quien gobernó Venezuela de manera abusiva, es un intento de recrear el marxismo y, con tal propósito, desacreditar a la economía de mercado e insistir en “la teoría del valor” de Marx como el aspecto esencial de la ciencia económica.
Este filósofo social, quien reconoce que repite los planteamientos teóricos del marxista Arno Peters, sostiene que el socialismo de nuevo cuño es la “democracia participativa directa y la economía de equivalencias democráticamente organizada”. Invocando el pensamiento aristotélico dice que “la ciencia más importante y superior a cualquier otra es la política, de la cual depende la economía”, continúa con las conocidas críticas marxistas al mundo liberal, a la economía de mercado, para ingresar a su plato de fondo que es la “teoría del valor o de equivalencias” y concluir con la conocida propuesta comunista demagógica que sostiene que “la democracia real es la sociedad sin clases, sin propiedad privada, sin capitalismo, ni mercado ni comercio ni precios y sin Estado como instrumento de opresión y de enajenación”.
A partir de la idea marxista de la explotación del trabajador por parte del empresario, en una economía de mercado, y siguiendo con la idea equívoca de que cuando se comercia una mercancía por otra, lo que se intercambia es “la cantidad promedia de trabajo abstracto invertido en su producción”, sostiene que gracias al desarrollo de la computación, hoy, se podría introducir y cuantificar estas relaciones en la economía y, por tanto, eliminar a los precios como señalizadores que se utiliza para efectuar el intercambio y la asignación de los recursos económicos.
Dieterich -repitiendo los planteamientos de Arno Peters- sostiene que en lugar de decir que cien dólares es el precio de un traje, debería decirse que un traje, por decir algo, vale “veinte y cuatro horas de trabajo abstracto promedio”, y así todos los demás bienes, desde los alfiles y los lápices, pasando por todo tipo de alimentos, vestidos, medios de transporte y terminando con todo lo que es hardware y software. De esta manera, en la economía mientras “subsista el intercambio”, que únicamente es promovido por los oligarcas explotadores del mundo -según él-, todos los intercambios se harían en términos de equivalencia en cuanto a tiempo de trabajo invertido ya sea en una mercancía o en un servicio. Y esta labor que no era posible hacerla antes, ¡albricias! es posible hacerlo ahora por “la rápida computarización de la economía, administración y vida privada”.
Es Venezuela, donde debía hacerse realidad el Socialismo del Siglo XXI, no debía haber pobreza para este tiempo ¿Dónde está ahora? En una situación económica calamitosa. Tiene la más alta de inflación mundial. Hay una escasez de productos y los venezolanos están condenados a realizar enormes y continuas colas para la adquisición de productos básicos. Muestra un enorme déficit en su balanza de pagos, tanto en lo que se denomina cuenta corriente como cuenta capital. A pesar del control de cambios sus exiguas reservas internacionales caen continuamente. Su producción económica está cayendo con fuerza.
El autor es Profesor emérito de la UMSA y miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.
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