La decisión de competencia de la Corte Internacional de Justicia de la Haya es un feliz comienzo para Bolivia en el litigio con Chile y tiene la virtud de desbaratar los tradicionales argumentos de la Moneda, como el esgrimido acerca de que el Tratado de 1904 resuelve todo el contexto de su relación con Bolivia. La CIJ sostiene que el Pacto de Bogotá de 1948 abre el camino al conocimiento de la demanda y que al no existir acuerdo de partes, ni resolución alguna de tribunal internacional hasta el momento, le es permitido declararse competente para tramitar la causa y considerar el fondo de la misma en las etapas sucesivas.
Esta decisión, como era de esperar, fue recibida de manera contrastante en Chile y Bolivia. Mientras el júbilo de todos los sectores del país fue evidente, el Gobierno del Mapocho optó por recurrir al patriotismo chileno resaltando que su territorio no está en peligro y que lo defenderá por todos los medios, como si la posición boliviana amenazara dicha integridad.
En el país la coyuntura vincula el tema de la nueva reelección -prematuramente sacada a la palestra- con el fallo favorable. Luego de que el día 24 el presidente Evo Morales asegurara que no se utilizará políticamente el actual giro del tema marítimo, al día siguiente el vicepresidente Álvaro García Linera en un congreso “intercultural” vinculaba el éxito al presidente Morales y lo proclamaba su autor directo. Ya en calidad de presidente en ejercicio le concedió “el derecho de usar el fallo de La Haya en la campaña por el sí a la reforma constitucional”.
Matizó sus palabras afirmando que “un indio logró lo que en un siglo no lograron los doctores”. Paralelamente los movimientos sociales adictos al régimen corean las mismas consignas. El Gobierno utiliza diversas versiones falaces como ésta referida a los “doctores”. Desde la Guerra del Pacífico ha sido siempre una política de Estado la reivindicación marítima y así lo demuestra la historia y los numerosos compromisos chilenos de reparar el atropello a nuestro Litoral.
Alguien que juega un rol importante en este tema aseguró que el presidente Morales tiene derecho a un “rédito”. No parece adecuada esta adjudicación reditual, pues, ¿dónde queda el servicio al bien público que deben los gobernantes como una obligación de su mandato? Cabe recordar el dicho de un político ya desaparecido: “cumple el deber por amor al deber y no a la recompensa”.
Tampoco parece atinada la invitación a dialogar con Chile expresada por el Primer Mandatario. Inclusive añadió que buscará personalmente a la presidenta Michelle Bachelet con dicho objetivo. Prácticamente, en la ONU, la presidenta rehuyó el contacto con su par boliviano. El canciller Muñoz adelantó que “no hay ningún diálogo en la agenda”. Lo natural y conveniente es no crear una dualidad de competencias y dejar que la CIJ diga su palabra final. El diálogo con Chile, en todos los tonos, fue siempre negativo. No cabe buscar actos escénicos a expensas de la situación.
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